COLUMNA INVITADA

La agresión a Marcelo Ebrard

Durante la marcha del pasado 27 de noviembre convocada por el primer mandatario de la Nación para escuchar los “logros”

OPINIÓN

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Eduardo Macías Garrido / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Durante la marcha del pasado 27 de noviembre convocada por el primer mandatario de la Nación para escuchar los “logros” de este gobierno en los primeros cuatro años de la presente administración, fue agredido el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, mientras caminaba rumbo al Zócalo capitalino.

Todo bajo una escenografía que nos recordó al viejo PRI de Luis Echeverría y de José López Portillo, donde se rendía culto a la
figura del presidente de la República. Por sí mismo, el lanzamiento de un proyectil en el rostro del canciller es inaceptable, la agresión a cualquier persona sea física o verbal no puede ser tolerada en una sociedad civilizada, más grave es que desde el interior de Morena se esté fomentando el odio.

Hoy el PAN y el PRI están pagando la factura de tantos años de abandono a personas que nunca fueron escuchadas, siempre pasaron como seres invisibles, que no merecían ser vistos ni tomados en cuenta. Gente que jamás tuvo acceso a una educación
ya no digamos de primera, simplemente a un nivel básico para poder salir adelante.

Hay tal nivel de ignorancia, que no son capaces de distinguir entre lideres hipócritas y rapaces, de personas que realmente quieren a su país y desean poner el nombre de México dentro de las primeras naciones a nivel mundial. Nunca tendrán acceso a un servicio médico de primera, como el de Dinamarca que prometió el presidente López Obrador, tampoco contarán con la seguridad que les permita salir a las calles sin ser asaltados o perder la vida en un enfrentamiento entre bandas del crimen organizado.

No, al contrario, tendrán que seguir creyendo en un líder que les promete que saldrán adelante, que tienen el mejor aeropuerto de
Latinoamérica, que debemos de dar abrazos y no balazos, y, lo más preocupante, les tiene que quedar bien claro que la sociedad en la que viven ha sido con ellos clasista, racista y los ha discriminado desde que nacieron.

Con este discurso de odio, de confrontación y que pretende polarizar a una sociedad, se vuelve muy peligroso ser de aquellas voces que difieran del discurso del presidente López Obrador. Porque entonces ellos son enemigos, son traidores, no otorgan su
lealtad ciega, lo cual consiste básicamente en que no tienen derecho de pensar u opinar diferente al presidente.

Dentro de Morena esto se agrava con un líder bastante limitado, quien funciona básicamente como una estación repetidora de López Obrador, sin criterio ni personalidad propia, y quien ya se alineó del lado del que él cree esta la corcholata preferida. ¿Qué pasa entonces?, muy sencillo, los radicales dentro del movimiento que se ha denominado la “cuarta transformación”, atacan a todo aquel que opine diferente al líder supremo, ya que este es en automático un traidor. Y ahora consecuentemente, a todo aquel que ellos suponen o creen que no es el candidato preferido de su máximo jefe, puede ser denostado, agredido, como se hizo con Marcelo Ebrard.

El trabajo de un verdadero líder es gobernar para todos, sin rencores, sin ánimo de venganza, sin complejos, y, desde luego, sacar lo mejor de la gente a la que dice gobernar, no lo peor. Hoy con los datos que están al alcance de todos, no solo no se han logrado acortar o eliminar las desigualdades, al contrario, la brecha se hace cada día más grande.

POR EDUARDO MACÍAS GARRIDO

eduardomacg@icloud.com
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