DEFINICIONES

La operación en el Senado

Ricardo Monreal y Adán Augusto López se dividieron la tarea y terminaron sacando los votos para darle al Presidente lo que pedía, como lo pedía y cuando lo pedía

OPINIÓN

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Manuel López San Martín / Definiciones / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Seis horas antes de que se votara en el Senado el dictamen con el que se reformaba la Constitución para que las Fuerzas Armadas permanezcan en tareas de seguridad pública hasta 2028, el presidente de la Jucopo y coordinador de Morena, Ricardo Monreal aun no tenía todos los votos necesarios (86) para lograr la mayoría calificada. “Estoy un poco más optimista que hace un par de semanas (cuando Morena y sus aliados no consiguieron los votos), pero sin echar las campanas al vuelo”, nos dijo.

Hablamos con él cuando Monreal recién había concluido una de las varias conversaciones telefónicas que, durante todo el martes, sostuvo con el secretario de Gobernación, Adán Augusto López.

La operación fue quirúrgica. El senador y el secretario se dividieron la tarea. Revisaron uno a uno, nombre por nombre, los 128 senadores, dónde estaban sus intereses, incentivos y fantasmas. La labor de convencimiento y negociación la acompañaron de concesiones a planteamientos que parte de la oposición había puesto sobre la mesa para justificar el bandazo en el sentido de sus votos. Recogieron planteamientos del PRI y de Miguel Mancera, del PRD. Pasadas las 6pm Monreal y López Hernández ya sabían que traían 87 votos. De panzazo, pero lograrían las dos terceras partes. El secretario enteró al presidente.

La reforma Constitucional al quinto transitorio cumplía con los deseos de Palacio Nacional. Se recogieron planteamientos de la oposición, se les daban elementos para “justificar” los cambios de posición, pero en esencia le cumplían a López Obrador.

Monreal tuvo que, en paralelo, realizar una operación cicatriz con la oposición. La confianza había quedado lastimada tras el capítulo en el que los grupos parlamentarios contrarios a Morena lo impulsaron para presidir la Mesa directiva y el presidente de la Jucopo los dejó colgados.

El coordinador de Morena leyó los tiempos y en la primera discusión del dictamen optó por pedir que se regresara el documento a comisiones, porque no traía los votos.

Lo que algunos vieron como derrota en aquel momento, no fue más que la antesala del triunfo. Si el dictamen anterior se hubiera votado, habría terminado en el bote de basura. Al no lograrse las dos terceras partes, tendría que haberse esperado al siguiente periodo de sesiones para presentar de nuevo la iniciativa. El fracaso hubiera golpeado también en Palacio Nacional.

En dos semanas, el panorama fue otro. Monreal y López Hernández consiguieron 11 votos de la oposición -9 senadores del PRI y 2 del PRD- suficientes para la mayoría calificada.

¿Qué concedieron para convencer? Nada que trastocaba el espíritu de lo deseado por AMLO: mecanismos de rendición de cuentas de las Fuerzas Armadas en las tareas de seguridad pública y el fortalecimiento a las policías municipales; de 13 planteamientos que hicieran los opositores, 11 fueron aceptados. Desarmaron a la oposición y Monreal se hizo de los votos necesarios. Al final, lo que terminó aprobándose fue un dictamen distinto a la “iniciativa Alito” que venía de San Lázaro y que, a estas alturas, está igual de muerta que la alianza PAN-PRI-PRD que, de refilón, Monreal y Adán Augusto dinamitaron. La jugada fue redonda. La mancuerna funcionó; le dieron al presidente lo que quería, como lo quería y cuando lo quería.

POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN
M.LOPEZSANMARTIN@GMAIL.COM
@MLOPEZSANMARTIN

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