Como si el comercio exterior no tuviera ya suficiente con la inflación, la guerra en Europa, la crisis de contenedores, la falta de choferes en Estados Unidos, la guerra comercial con China, la subida de precios en los fletes marítimos y en los energéticos, la Organización Mundial de Comercio anuncia ahora que el crecimiento del comercio en el 2023 sufrirá una brusca desaceleración debido a la difícil situación que atraviesa la economía del mundo.
El más duro golpe viene de la crisis de Ucrania que ha impulsado al alza los precios de los productos básicos primarios, especialmente del combustible, los alimentos y los abonos. “En agosto, los precios de la energía registraban un incremento interanual del 78%, impulsado por el gas natural, que había aumentado un 250%. El aumento del 36% del precio del petróleo crudo en el mismo período fue reducido comparado con esa subida, pero de todos modos resultó considerable para los consumidores”.
En cuanto a los precios del gas natural, ha habido una gran disparidad entre las regiones. En agosto los precios europeos registraron un aumento interanual del 350%. Ese mismo mes, los precios en los Estados Unidos se incrementaron un 120%
En agosto, los precios mundiales de los cereales registraron un incremento interanual del 15%, mientras que en el caso concreto del trigo la subida fue del 18%. Desde marzo, las cantidades de trigo importado han registrado una disminución interanual en Bolivia (-69%), Jordania (-41%), Zambia (-38%), Nigeria (-37%) y el Ecuador (-30%).
Los economistas de la OMC prevén que el comercio mundial perderá impulso en estos meses finales del 2022 y mantendrá un ritmo bajo en 2023. Esto aún pronosticando que los volúmenes del comercio mundial de mercancías crecerán un 3.5% en este año, ligeramente por encima del 3.0% previsto en abril. Pero, ahí viene el pelo en la sopa, para 2023, prevén una brusca caída.
La OMC señala que la demanda de las importaciones disminuirá abruptamente porque el crecimiento post-pandémico se desacelerará en las principales economías por diferentes razones. China sigue lidiando con brotes de COVID-19 y perturbaciones en la producción, sumadas a una débil demanda externa. En los Estados Unidos, el endurecimiento de la política monetaria afectará al gasto sensible a los intereses en esferas tales como la vivienda, el sector del automóvil y la inversión fija.
En Europa, los elevados precios de la energía provocados por la guerra entre Rusia y Ucrania harán disminuir los gastos de los hogares y elevarán los costos de manufactura. Mientras en los países en desarrollo, el aumento de la factura de las importaciones de combustible, alimentos y abonos podría dar lugar a una situación de inseguridad alimentaria y sobreendeudamiento.
Con esta nueva previsión, el PIB mundial a tipos de cambio del mercado crecerá un 2.8% en 2022 y un 2.3% en 2023; esta última estimación es un punto porcentual inferior a la que se había pronosticado anteriormente en el mes de abril. Estas estimaciones se dan porque los precios de la energía se han disparado, la inflación se ha vuelto más amplia y la guerra no parece terminar pronto
“Los principales bancos centrales ya están aumentando los tipos de interés en un intento por contener la inflación, pero un endurecimiento excesivo podría desencadenar una recesión en algunos países, lo cual afectaría negativamente a las importaciones”.
La buena noticia, si es que la hay, es que, a pesar de la brusca desaceleración, el comercio mundial seguirá siendo positivo en 2023 y que nuestra moneda sigue resistiendo los embates de toda esta situación catastrófica, hay que recordar que muchas monedas se han devaluado con respecto al dólar, por lo que los precios de los alimentos y el combustible expresados en moneda nacional han aumentado aún más en el mundo.
POR JOSÉ IGNACIO ZARAGOZA AMBROSI
EXPERTO EN COMERCIO EXTERIOR Y ADUANAS
@IGNAQUIZ
MAAZ