ACCESO LIBRE

¿Se le cae el caso a Encinas?

La defensa sostiene que no hay ningún militar involucrado “porque el Ejército jamás hubiera permitido una barbaridad como esta”

OPINIÓN

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Carlos Zúñiga / Acceso Libre / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: FOTO: Especial

Una de las promesas de Andrés Manuel López Obrador, antes y después de asumir la Presidencia de México, fue esclarecer la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa. A juzgar por los hechos recientes, en este sexenio no se sabrá la verdad de lo que sucedió la noche del 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero. La explosiva entrevista que publicó The New York Times realizada a Alejandro Encinas, titular de la Comisión Presidencial para la Verdad y Acceso a la Justicia en este hecho, puso en duda la veracidad del informe presentado parcialmente en septiembre pasado. 

En particular, decenas de pantallazos de mensajes de WhatsApp, supuestamente escritos entre criminales, militares y funcionarios aquellos días trágicos. Después de que los mensajes fueron filtrados a la prensa, y luego de que surgieron dudas sobre su veracidad, “Encinas los sometió a una revisión más exhaustiva. Dijo que no había conseguido verificar muchas de las capturas de pantalla y que había tenido que desechar varias de ellas”, y admitió que “la fuente que brindó los mensajes podría haberlos falsificado”.

El caso se tambalea porque, en buena medida, dando como válidas esas conversaciones, se procedió contra varios integrantes del Ejército, como el general brigadier José Rodríguez Pérez, quien fue jefe del 27 batallón; el capitán José Martínez, el subteniente Fabián Alejandro Pirita y el sargento Eduardo Mota, detenidos luego de la difusión del informe. 

El abogado Alejandro Robledo Carrete, quien forma parte del equipo legal que defiende a los militares, me dijo que todos los mensajes de WhatsApp “son falsos, ya que no tienen cadena de custodia y no tienen origen determinado”, además de que no hay orden de un juez que haya permitido la intervención de esas comunicaciones. 

Pero también, aunque en la mañanera del jueves Encinas dijo que existen cientos de pruebas que le dan solidez al expediente, el abogado agrega que le dieron valor probatorio a la declaración de un testigo colaborador único que no es otra cosa más que un asesino, Gildardo López Astudillo, alias El Gil, identificado como uno de los líderes del grupo criminal Guerreros Unidos, y quien sí participó en el secuestro y desaparición de los jóvenes.

La defensa sostiene que no hay ningún militar involucrado en el caso “porque el Ejército mexicano jamás hubiera permitido una barbaridad como esta”. 

Cuesta creer que Encinas y su equipo finquen una confrontación con la Sedena de forma tan endeble. La defensa tiene ahora muchos argumentos para destrozar las acusaciones e incluso revirar y acabar con la carrera pública del subsecretario de Gobernación. Quizá se deba a las prisas por dar “resultados”, pero un caso donde las indagatorias deben ser pulcras, no se pueden permitir estos errores. 

Ahora, la resolución de Ayotzinapa corre el mismo peligro de fracaso que otras de las promesas de López Obrador. Y aquí si no podrá echarle la culpa al pasado.

POR CARLOS ZÚÑIGA PÉREZ 

COLABORADOR

@CARLOSZUP 

MAAZ