Salto Cuántico

Los tabúes ante los drags kids

¿Cuál sería tu reacción frente a las inminentes ganas de tu hijo por ser una drag?

Los tabúes ante los drags kids
Karina Álvarez / Salto Cuántico / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Las pestañas postizas, el maquillaje exagerado, la vestimenta brillante, las plataformas, el show, la diversión se han convertido en la ilusión de niñas y niños de diversas partes del mundo.

En 2019 sonó fuerte por primera vez el término drag kid, cuando Megan Wennberg, la directora del documental Drag Kids, logró reunir a cuatro pequeños entre los 9 y 11 años que tenían tiempo actuando como drags con el apoyo de sus padres.

El documental canadiense fue presentado en el Festival de Cine Documental RIDM de Montreal de ese año. Una de las historias más reveladoras es la de un niño de 11 años quien, pese al apoyo de sus padres, solo superaba sus miedos cuando se subía a un escenario convertido en Susan Bee Anthony. Eso lo hacía sentirse poderoso. 

Hace unas semanas en España, en una escuela del ayuntamiento de Terrazas, Provincia de Burgos, se anunció la impartición de un taller infantil de travestismo, con el objetivo de que los niños y niñas (de 9 a 11 años) construyan otra versión de sí mismos. Esto lo harán cambiándose el nombre y usando atuendos elegidos por ellos, acompañados de sus padres, maestros y tres drag queens, quienes son las talleristas.

Pero no son los únicos casos. TNT Kids también transmitió un taller con la misma temática, realizado desde su producción.

Y, por si fuera poco, también ya se intentó incluir a los drag kids en los festivales LGBTTI+. Por ejemplo para el Festival del Orgullo de Boise, que inició en 1989 en Idaho, Estados Unidos, se planteó un par de años atrás incluir en su programa un show de media hora con niños drag, situación que no se realizó, debido a que los republicanos y organizaciones en contra del movimiento lo evitaron a toda costa; además el festival perdió algunos patrocinadores.

En su momento, Burrows, coproductor de drag kids en dicho festival, dijo que se trataba de que los niños se divirtieran en el escenario con lindos atuendos. “Es como si enviaras a tu hijo a una escuela de danza y el tema de la presentación fueran los arcoíris: grandes tutús, lazos y cabello divertido”.

Pero, aunque ahora se ve mucho más apoyo para los niños LGBTQ+, no ha dejado de ser un tema ‘espeluznante’ para muchos, real para otros y político para muchos más.

Alguien me decía, desde su visión personal, que éste es un tema de la agenda de los dueños del mundo; no es casualidad. Como el lenguaje inclusivo, los movimientos feministas, la vacuna, etc, con el único fin de acabar con la reproducción del ser humano. 

Yo digo que todo es posible, aunque las situaciones nos rebasan, pero la niñez aún más. 

Y sin ánimos de caer en el debate, sino más bien en la reflexión, se supone que todo padre y madre quiere lo mejor para sus hijos; pues entonces hay que dejarlos ser y expresarse, aunque nos taladren la cabeza nuestros tabúes, miedos, conductas, heridas, control, nuestra mala programación.

Y si comprendemos mejor los términos, ser drag no está relacionado necesariamente con alguna orientación sexual o identidad de género, es una expresión artística, como muchas otras, aunque cueste trabajo comprenderlo. Arte es arte, que no se confunda.

Ahora bien, ¿cuál será tu reacción si tu hijo o hija quiere ser una drag?

POR KARINA ÁLVAREZ
K.ALVAREZ.ROSAS@GMAIL.COM
@KAFARK84

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