DESDE AFUERA

Entre interés y retórica

La renuencia a condenar la intervención extranjera armada en busca de territorio implica un olvido práctico de la historia de México

Entre interés y retórica
José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Si alguien pensara que la política exterior mexicana ha perdido algo es porque hay cuestiones de alto perfil, como el caso de Ucrania, que parece esquizofrénica.

El lunes, el embajador de México ante las Naciones Unidas, Juan Ramón de la Fuente, condenó la intervención rusa.

"México, quien a lo largo de su historia ha sufrido pérdida de su territorio por anexión como consecuencia de una invasión extranjera, no puede consentir que otro país sea también víctima de este tipo de actos y agresiones", declaró De la Fuente ante el Consejo de Seguridad.

El viernes, la delegación de México ante la Organización de los Estados Americanos (OEA), que junto con Argentina y Brasil se rehusó firmar una declaración del organismo que condena la misma intervención como "ilegal e injustificada". 

Tal vez haya una explicación dialéctica. O ¿fue error de De la Fuente? ¿o de algún subordinado del subsecretario Maximiliano Reyes? 

Algunos dicen que la Secretaría de Relaciones Exteriores ya no cuenta mucho en la definición de la política externa de México y que, de hecho, mientras las posiciones del país están determinadas más por las impresiones que prevalezcan en el círculo cercano al presidente Andrés Manuel López Obrador, otros creen que el creciente enfoque del canciller Marcelo Ebrard en sus aspiraciones presidenciales puso a sus subalternos en el terreno de la descoordinación, no del choque.

Tal problema podría verse en las cada vez más accidentadas relaciones con Estados Unidos, a gustar o no, las más importantes por sus implicaciones políticas, sociales y económicas para el país, y la conexión con América Latina, que parece determinada más bien por las ilusiones de una izquierda desdibujada entre gobiernos democráticos –por convicción o por necesidad– y la dictadura.

Así, el tema de Ucrania y sus aparentes contradicciones tiene más importancia de lo que parece.

Por un lado, la renuencia a condenar la intervención extranjera armada en busca de territorio implica un olvido práctico de la historia de México.

Entre 1837 y 1848, México perdió más de la mitad de lo que fue su territorio como Nueva España ante unos Estados Unidos donde grupos expasionistas en pro de la esclavitud deseaban incrementar su poder político con nuevas demarcaciones.

En 2022, una Rusia que busca resucitar su imperio geopolítico invade Ucrania so pretexto de reivindicar la seguridad de su territorio ante la amenaza de la creciente presencia de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, que los ucranianos ven como antídoto necesario a las ambiciones rusas.

¿Alguna similitud por ahí? Tal vez. Algunos no lo ven, o no lo quieren ver. Pero nos regresa al problema de la política exterior.

¿Cómo se hace? ¿Cómo se determina? porque una semana sí y otra también, hay contradicciones, sin hablar del creciente choque entre intereses y retórica.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1

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