Es bien conocida la historia de tres niños que jugando con un arma presuntamente asesinaron a una trabajadora del hogar. Fue accidental en el sentido de que eran menores de edad y la muerte y violencia eran para ellos conceptos muy banales. No obstante, según las declaraciones, la intención de “fusilarla” estuvo presente. El caso apareció en uno de los principales periódicos del país, pero al final no pasó a mayores, una breve investigación y a lo mejor una regañada de los padres a sus hijos. El pequeño que disparó el arma terminó muchos años después siendo presidente de un país. Un acontecimiento que suena en boca de varios, aunque quedó más en una anécdota de mala fama que en cualquier otra cosa. No sería el último escándalo alrededor de una muerte que rodearía a estos personajes.
Este tipo de sucesos no son cosa extraña ni eventosdesafortunados que rodean a quienes tienen poder, dinero y fama… o los tres juntos. La justicia en estos casos inclina de inmediato la balanza hacia el poderoso y la venda que tapa sus ojos no representa imparcialidad sino ceguedad ante la injusticia. No se requiere realizar una búsqueda extensiva, con googlear basta para encontrarse con una larga lista de famosos: políticos, actores, deportistas y otras personalidades que lograron salirse con la suya al momento de cometer algún delito por el cual otro individuo “común” hubiera ido a la cárcel.
En el 2020, Roberto Palazuelos, actor de telenovelas y entonces aspirante por la gubernatura de Quintana Roo, declaró en una entrevista haber participado en una balacera en la cual él y otros dos compañeros mataron a dos presuntos ladrones. Lo habló con tanta naturalidad y orgullo, a sabiendas de que ya no se podía actuar en su contra. Eso sí, probablemente no pensó en la fuerte crítica que recibió en redes sociales por tales declaraciones. Él argumentó que actuó en legítima defensa, sin embargo, el problema radicó en cómo fue que presumió el haber participado en tal acto. ¿El dinero y la fama son suficientes para el empleo de una violencia que no genera consecuencia alguna?
Ahora, hace unos días, se manifestó nuevamente un hecho violento en relación con el poder que dio la vuelta en noticias y redes. Se trató de Daniel Tabe, padre del alcalde de Miguel Hidalgo, Mauricio Tabe, quien amenazó con un cuchillo de cocina en el cuello a un funcionario público por haber puesto un anuncio de “suspensión de actividades” en el negocio del señor. En este caso, no se trató de un niño, donde la responsabilidad cae en los padres, sino de un señor adulto que, ante ver su posición en riesgo, recurrió a la violencia. Una cosa es la lluvia de críticas y señalamientos que se hacen en redes sociales, pero otra es la aplicación de los procedimientos que se deben llevar a cabo, o acaso ¿la posición de poder de su hijo lo absolverá?
POR IGNACIO ANAYA
@IgnacioAnay
MAAZ