En términos beisboleros, un ‘doble play’ es una jugada con la cual se logra hacerle dos outs al equipo contrario. En el ajedrez se considera cuando el mover una sola pieza tiene al menos dos propósitos: uno el ataque al descubierto y, otro, el verdadero objetivo que se persigue.
Así es la propuesta de la consulta no formal ni legal que promueve López Obrador para realizarse en enero del 2023 con relación a la Guardia Nacional. Jugada que nos costará, además de lo que describiré a continuación, millones de pesos. Esa es la austeridad republicana…
Veamos: la propuesta de López Obrador tiene muchas vertientes. La pública es conocer el sentir de de la población por cuanto a mantener en las calles a la GN bajo el comando de la Sedena. Y esto en razón de que, hasta ahora, está entrampada en el Senado su propuesta (bueno, formalmente es propuesta del PRI, pero el presidente ya aceptó que es suya realmente) de que los militares sigan desempeñando funciones de seguridad pública hasta el 2028.
Las vertientes soterradas son al menos dos: erosionar aún más al legislativo (“estás conmigo o no existes”) y continuar la ofensiva contra el INE. Esta última es una táctica para desplazar al Instituto y permitir que tanto la Secretaría de Gobernación como el ejército sean los próximos entes encargados de organizar —y, ¿por qué no?, validar— las elecciones.
Para quienes no lo recuerden (o aún no habían nacido), las últimas elecciones a cargo de Gobernación se pueden resumir en la frase del entonces titular de la dependencia, Manuel Bartlett: “se nos cayó el sistema”. Estas palabras enmarcaron el manoseo que fue aquel proceso. Uno en que Carlos Salinas de Gortari resultó el cuestionado ganador.
Siendo honestos, para saber la opinión de la población en la materia anteriormente mencionada bastaría con una buena encuesta telefónica… El llevar a cabo una (nueva) consulta popular sirve de propaganda a AMLO (no a Adán Augusto López, aunque este así lo piense). Pero aún más importante, también servirá de excusa para que las Fuerzas Armadas realicen una actividad propia de la esfera civil y de un organismo autónomo como es el INE.
Ahora bien, las preguntas y el formato propuestos dejan mucho que desear. Todo esto resultará, si acaso, en una encuesta abiertamente sesgada. Una chorrada, pues.
Adicionalmente, no habrá un correcto control del gasto; se podrá decir que salió muy barata comparada a ejercicios llevados a cabo por el INE. Mas realmente se tratará de una encuesta cara, mal hecha, nada representativa. Una oportunidad más para la afiliación partidista a Morena, para la compra de votos, para acarreos de todo tipo y para un sinfín de argucias que el Instituto Electoral en general frena, pero que en este caso serán utilizadas y aplaudidas.
Esta iniciativa del primer mandatario muestra fehacientemente el desprecio por la Constitución, la ley, la división de poderes, las instituciones todas.
Un primer “ejercicio de participación ciudadana” organizado y cuidado por militares; algo tan creíble como el realizado por Vladimir Putin en las regiones de Ucrania invadidas, donde los soldados cosacos preguntaban casa por casa —mediando fusiles en mano— si los ciudadanos querían anexarse a Rusia...
Me temo que con esta consulta que no es consulta estamos a punto de atestiguar cómo el ejército no solo se mantendrá ocupado en las calles para satisfacer los caprichos presidenciales y los propios, sino que dentro de poco también controlará las elecciones federales y locales. El resultado lo podemos imaginar.
POR VERÓNICA MALO GUZMÁN
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MAAZ