Y es así, ahí donde tenemos que poner el foco, en nuestras manos. No sólo de lo que ya son capaces de hacer, sino del universo de posibilidades que está en nuestras manos si tuviéramos el habito de enseñarles la destreza.
Fue también en las manos, donde los Reyes Magos cargaron esos legendarios regalos. Historia que nos han contado desde pequeños, que estos grandes reyes, cargados de regalos y con humildad entregaron. Está también en nuestras manos preguntarnos "¿De qué nos queremos llenar, para después poder regalar?".
Llevar el oro en nuestras manos. Lo más preciado, lo más valioso, lo que atesoramos: a los nuestros, nuestros sueños, salud y vida. El oro también somos nosotros, el eco perfecto de lo que quiere Dios, y por eso nos mandó con una caja cargada de herramientas de oro, que cada uno de nosotros sabemos usar a nuestra manera. El oro es reconocer lo que valemos.
Llevar incienso en nuestras manos es reconocer la conexión con lo superior en nuestras vidas, es atender tu parte espiritual, es nutrir tu alma con algo más que lo terrenal, es meditar, es respirar, son esos ratitos de soledad. Hay quien los encuentra caminando, otros más en silencio, pero quien lleva incienso y tiene un espacio en su vida diaria para Dios, y Dios también lo tiene para él. “No reces hasta que Dios te escuche. Reza hasta escuchar a Dios”.
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Llevar mirra en nuestras manos para perfumar, dejar tu aroma en donde estés, para que se note tu andar, para embalsamar lo más importante, para cambiar la realidad. Llevar una resina que puedas trasformar y cambiarla para tu mayor inspiración, para verte
mejor, para estar más a gusto, para perfumar tu alrededor.
Pero esto son sólo referencias. Lleva en tus manos lo que te haga más grande. Lleva proyectos, lleva libros, lleva mapas, lleva planes, lleva listas de contacto, lleva listas de propósitos, listas de cosas por hacer, por cultivar, por perdonar, por sumar, por olvidar. Lo que te haga sentido a ti, lo que te haga único, un enorme regalo es la autenticidad. Lleva en tus manos lo más valioso para ti, para que, entonces, sí tenga sentido poder dar ese regalo a quien más quieres tú.
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Nos cuenta la historia que se llamaban los sabios del Oriente, pues sabían a las estrellas seguir. Hoy no necesitamos historias, necesitamos sabios. Necesitamos gente decidida que quiera entregar regalos de verdad. Que se noten las ganas de amar. De no repetir rutina y de sentirse vivos una vez más.
Necesitamos reyes de pie. Con las manos llenas de regalos listos para venir a sumar, en una buena civilidad, en mejorar un poquito más. Necesitamos reyes que se sientan reyes y se traten como tal, que sepan el valor que cada vida tiene, y darle la importancia de poner cada cosa en su lugar. Reyes que se junten con reyes y que tengan ganas de percibir el brillo de los demás.
Que no se apaguen por celos o por miedo a poder brillar con naturalidad. Tenemos en nuestras manos la posibilidad de volver a guiarnos por las estrellas una vez más. Aspirar a lo alto y confiar en el destino de que saber que siempre llegaremos al exacto lugar; en tiempo y en forma, para entonces sí poder trascender.
POR PAOLA ALBARRÁN
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MAAZ
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