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Es vox populi que el Presidente gobierna con base en ocurrencias y en comentarios que escucha en su círculo cercano

OPINIÓN

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Alejandro Echegaray / Campus / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Es vox populi que el Presidente gobierna con base en ocurrencias y en comentarios que escucha en su círculo cercano. Si Jorge Alcocer, Secretario de Salud, considera al VapoRub como remedio universal para curar afecciones respiratorias en niños, va y lo reproduce como parte de los protocolos para el tratamiento de la COVID en un video de amplia difusión. Si a la doctora Gutiérrez-Müller le parece una buena idea que la corona española se disculpe con los pueblos originarios de México, graba un video a media gira. Un extrañamiento diplomático de esa naturaleza no puede esperar.

Ahora también, quien acuñó la cartilla moral -documento rector del obradorismo y la hoja de ruta de esta administración- le ha convencido de adoptar como bandera la defensa del fundador de WikiLeaks: Julian Assange. Una terrible decisión de política exterior porque la causa de Assange está perdida y nada tiene que ver con la libertad de expresión. Pero es útil analizar este episodio, ya que los casos límite arrojan luz sobre la fortaleza o debilidad de las democracias y los preceptos liberales en los que deben sustentarse.

Julian Assange no es un héroe ni adalid de la libertad de expresión como la progresía –por su antiyanquismo- quiere creer. Y si es llevado a juicio a Estados Unidos o Suecia será una victoria para el Estado de derecho y no una transgresión a las garantías individuales, como sugiere el spin que le han querido imprimir los progres globales. Assange se recluyó en la embajada ecuatoriana en el Reino Unido para evadir a la justicia sueca por acusaciones de abuso sexual. Sus protectores han contribuido a su victimización y a esgrimir que su labor al frente de WikiLeaks está protegida por la primera enmienda y que su probable encarcelamiento violenta la libertad de expresión.

Estados Unidos a pesar de sus escarceos trumpianos es una democracia liberal que ha electo -en las urnas y con el consentimiento de sus ciudadanas- a un gobierno que se rige por reglas del juego establecidas a priori, donde sus gobernantes rinden cuentas y se enfrentan al electorado de manera periódica. Hay incertidumbre sobre los resultados electorales y los resultados son respetados por los perdedores; los participantes saben que es un juego iterado.  Esta democracia liberal tiene el derecho y la obligación de defender este sistema y de proteger a sus ciudadanos de enemigos autoritarios. Se me viene a la cabeza Rusia que pudo haber apoyado y financiado iniciativas como las de  Assange para vulnerar y afectar el resultado de las elecciones en las que salió victorioso Trump.

Assange puede dar a conocer secretos sobre una democracia liberal que la pongan en riesgo. Pero eso implica transgredir las leyes de esa democracia y, por lo tanto, el gobierno estadounidense lo puede llevar a tribunales para ser juzgado de acuerdo con la ley. Ahora bien, si Assange y sus partidarios se sienten héroes cívicos está muy bien, pero tendrán que ceñirse a las consecuencias y aceptar las posibles reprimendas que las sociedades han previsto en sus leyes. El presidente de México debe de mantenerse al margen y no adoptar la postura de transgresor institucional en la que sus amanuenses lo quieren enfundar.

POR ALEJANDRO ECHEGARAY
POLITÓLOGO
@AECHEGARAY1

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