COLUMNA INVITADA

Segunda vuelta electoral: Una vía hacia la legitimación democrática

La sucesión presidencial en México se presenta de manera prematura y con fuertes polarizaciones entre los diversos grupos políticos

OPINIÓN

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Alfredo Ríos Camarena / Columna Invitada / Opinión: El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

La sucesión presidencial en México se presenta de manera prematura y con fuertes polarizaciones entre los diversos grupos políticos.

Giovanni Sartori establece en sus reflexiones de ciencia política, que a un país donde exista la pluralidad partidista y, sobre todo, con un sistema atomizado de partidos, es decir, más de cuatro, debe corresponder la figura de la Segunda Vuelta Electoral, que es la única que puede garantizar que se respete la voluntad de toda la ciudadanía, dividida en grupos diversos y contradictorios. Sin duda, es el caso de México.

Para que esta utopía jurídica se refleje en nuestra Constitución tendrá que haber una negociación entre el gobierno y todos los partidos políticos, ya que a ambos puede convenir este sistema, que ha demostrado su eficacia desde hace muchísimos años en El Ballotage, de Francia, y en diversos países de nuestra región Latinoamericana.

Si esto sucediera, sólo podría ganar la Primera Vuelta Electoral, aquel candidato que tuviera más de 51% de los votos emitidos; lo cual, dada la cantidad de partidos que existen, no sería fácil. En la Segunda Vuelta Electoral competirían los dos aspirantes que obtuvieran mayor número de sufragios.

Seguramente en esa Primera Vuelta, la probable candidata de Morena, Claudia Sheinbaum, obtendría la mayoría, pero no alcanzaría el 51% y tendría que enfrentarse al candidato que más votos reciba de los otros partidos en la contienda que podrían ser: en el PAN, Santiago Creel; en el PRI, Alejandro Moreno; el PRD apoyaría a cualquiera de estos dos. Mientras que PT, y el Verde, probablemente se sumarían a la candidatura Morenista.

Por Movimiento Ciudadano pudiera ser candidato Ricardo Monreal, pues lo más seguro es que la candidatura de Morena se realice bajo el método de las encuestas, que ya conocemos, y que no es otra cosa que el dedo oculto y, por tanto, no se acepte la propuesta Monrealista, apoyada por Marcelo Ebrard, de hacer una selección interna con piso parejo.

Esta es la realidad, no ha surgido –ni surgirá en el corto plazo— un personaje carismático y popular que pueda darle un denominador común a los partidos oposicionistas; no hay más velas que las que están prendidas. La negociación en el Congreso para adoptar esta nueva figura, tendría que ser a cambio de apoyar algunas de las reformas constitucionales, en las que ha insistido el presidente Andrés Manuel López Obrador.

La ventaja de lo anterior es que –como lo quiere el presidente— las opiniones políticas pudieran, al final del camino, dividirse claramente en dos grupos: uno encabezado por Morena y, el otro, por una gran parte de la oposición.

Adoptar esta reforma implica despresurizar la polarización, dejar claro los objetivos y las agendas de cada grupo y, sobre todo, darle al país la legitimidad democrática que requiere.

POR ALFREDO RÍOS CAMARENA
CATEDRÁTICO DE LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UNAM

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