COLUMNA INVITADA

En el deporte: lo importante no es competir, sino obtener la victoria

Si la Cuarta Transformación quiere cambiar las cosas, entre otras, debe empezar a darle una nueva dimensión al deporte mexicano

OPINIÓN

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Alfredo Ríos Camarena / Columna Invitada / Opinión: El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Desde los más antiguos tiempos de la historia humana, la actividad deportiva ha constituido un elemento cultural que le da características propias a diferentes civilizaciones. Nuestros pueblos originarios lo practicaron, ahí está en Monte Albán las canchas de juegos de pelota; y hasta nuestros días las carreras épicas de la etnia Tarahumara en Chihuahua. Grecia se caracterizó en su Siglo de Oro por fomentar la cultura física.

Ya en los tiempos modernos, se instituyeron los llamados Juegos Olímpicos en la última sesión del Congreso Internacional de Educación Física que se celebró en la Sorbona de París, el 26 de junio de 1894. El propósito de estos se origina en la Paz, la Fraternidad y la Competencia; no se trata de una actividad puramente individual, sino de la representación colectiva que tuvo, quizás, su mayor competencia entre dos sistemas: el Socialista y el Capitalista. Por eso, las pugnas deportivas entre la Unión Soviética y los Estados Unidos son representativas de la Guerra Fría y de la lucha entre Sistemas Económicos distintos.

Todo esto implica que los Estados Nacionales están obligados al fomento de ésta tan importante actividad. En nuestro país el artículo 4º constitucional protege y garantiza el derecho a la cultura física y a la práctica del deporte, y la Ley Reglamentaria obliga al Estado a su regulación.

No obstante, lo anterior, nuestro deporte –que ha tenido magníficos Héroes Civiles— no ha sido capaz de reflejar la calidad, el desarrollo y la historia de una nación como la nuestra; nunca hemos podido destacar en la medida que lo merecemos y, lamentablemente, hoy menos que nunca.

Se percibe un humor social de tristeza y decepción frente al resultado deportivo de los últimos días y ante a la absurda derrota del futbol continental en la Copa de Oro de México contra el equipo B de los Estados Unidos, además, se suma la falta de cosechas de medallas en esta XXXII Olimpiada.

El pueblo está iracundo y molesto, no con los deportistas que han hecho un titánico esfuerzo para sobresalir, sino con las mafias mezquinas que conducen –muchas veces para su interés personal— esta actividad; no es sólo una responsabilidad de este gobierno, sino de todos, de diferentes signos ideológicos y políticos.

Los resultados deportivos no reflejan la calidad y el destino de nuestra cultura y nuestra nación.

Esto implica una nueva responsabilidad para la Cuarta Transformación; no pueden los deportistas mexicanos dar su mejor rendimiento, si no hay una política de estímulos y compensaciones que les garanticen a los triunfadores su destino económico personal; nuestros magníficos deportistas son abandonados y los medios de comunicación los convierten en héroes de papel y, posteriormente, los olvidan.

El origen de los malos resultados, como tantas cosas en México, es la corrupción, la politiquería, el abuso de los fondos públicos y la formación de una “casta dorada” de turismo deportivo, que ha aprovechado en su beneficio personal.

Si la 4T quiere cambiar las cosas, entre otras, debe empezar a darle una nueva dimensión al deporte mexicano. Es necesario concentrar los fondos públicos y privados y acabar con el burocratismo, para tener una Política de Estado en materia deportiva.

Las Universidades, las Fundaciones, las Federaciones Deportivas, el Instituto Mexicano de la Juventud (IMJUVE), la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (CONADE) y todas las instituciones deben tener una misma política y un apoyo colectivo; el prestigio y el orgullo de México está en juego.

Quizá sea necesario reformar las leyes y crear una Secretaría de Estado de la Juventud y el Deporte, con atribuciones para que esta actividad no sea sólo mercantilista y mezquina, sino que tenga objetivos del desarrollo más alto de nuestros valores nacionales.

A pesar de la generosa frase atribuida al Barón Pierre de Coubertin “Lo importante no es ganar, sino competir”, en estos tiempos estamos obligados a señalar: lo importante no es competir, lo importante es obtener la victoria. 

POR ALFREDO RÍOS CAMARENA
CATEDRÁTICO DE LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UNAM

MAAZ