COLUMNA INVITADA

A la mitad del camino

El segundo periodo del presidente López Obrador arranca con el acompañamiento de una Legislatura con una correlación de fuerzas muy distinta a la conseguida en 2018

OPINIÓN

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Daniel Serrano / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El segundo periodo del presidente López Obrador arranca con el acompañamiento de una Legislatura con una correlación de fuerzas muy distinta a la conseguida en 2018 y con ajustes en el gabinete que apuntan que la sucesión presidencial se adelantó sin consolidar por completo el proyecto en el territorio. La calle que fue el espacio ganado por Morena y la representación fiel de las esperanzas de la ciudadanía son hoy, paradójicamente, los mayores retos del partido del Presidente.

¿Y esto por qué es un asunto de todas y todos? Porque de los resultados de esta Legislatura depende en buena medida que la ciudadanía perciba que el trabajo de ser diputada o diputado significa algo distintito que en el régimen anterior.

Nadie duda que la anterior Cámara de Diputados con mayoría absoluta de Morena acompañó fielmente al Presidente, sin embargo, quizá haya una percepción de limitarse únicamente a ello. Es muy común que en las crónicas periodísticas den cuenta de la preponderancia de la agenda presidencial en San Lázaro e incluso la mayoría de legisladoras y legisladores centraban la difusión cotidiana de sus actividades en sus redes sociales con ese mismo énfasis.

La mayor responsabilidad en los avances en el país es atribuida al Presidente. En lo político, en lo social y en lo económico. Este reconocimiento ha generado también que el trabajo legislativo se desdibuje y se pueda generar la percepción (azuzada desde la derecha) de una falta de comunicación o de traducción de las demandas populares en la Legislatura.

Es natural que el presidente dibuje los grandes trazos de la transformación, pero esas grandes pinceladas requieren el acompañamiento de temas que no han visto la luz y que no son más importantes que la agenda presidencial pero tampoco menos. Por supuesto que el avance de las “otras agendas” no tiene que ver con falta de experiencia, sino con falta de voluntad y es muestra clara de que las resistencias al cambio siguen presentes aún en legislaturas con mayoría morenista.

El lento avance de la agenda de género, las resistencias a los grupos de la comunidad LGBTTTIQ, la nula disposición a una nueva ley de agua, son señales de una eventual crisis de representación o desdibujamiento ideológico que sería muy costoso y hasta poco estratégico para el aún mayoritario bloque morenista.

La derecha está plenamente consciente de esta coyuntura y tratará de mostrarse ante la población como una especie de salvadora, de traductora fiel de “los sentimientos de la gente” en un nado sincronizado con el ritmo que ha fijado ya el impresentable de Ricardo Anaya.

Minimizar a la derecha como quien disputa las emociones de la ciudadanía, minimizar los espacios que consiguió (aún de forma cuestionable) es tan poco estratégico como pensar que en la 4T todo se ha hecho bien, se necesita un legislativo que conecte con la ciudadanía y no sólo que acompañe al Presidente. Es la mitad del camino y la reflexión debe ser constructiva.

POR DANIEL SERRANO
LIDERAZGO POLÍTICO DE IZQUIERDA EN EL EDOMEX

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