COLUMNA INVITADA

Las lecciones de la historia: Nada es lo que parece

La sucesión presidencial en México la ha abierto tempraneramente López Obrador, que tiene el objetivo –casi único— de ganar las elecciones en 2024

OPINIÓN

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Alfredo Ríos Camarena / Columna Invitada / Opinión: El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Sin duda, los consejos que Maquiavelo le ofrece al Príncipe constituyen un importante Tratado de Política pragmática, cuyos preceptos se han seguido en la sombra del Laberinto de la Política: “divide y vencerás”, “el fin justifica los medios”, etcétera.

Estos días celebramos los 200 años de los Tratados de Córdoba, instrumento a través del cual se consolida la Independencia Nacional que, en el fondo, fue una negociación del hábil canónigo Matías Monteagudo con el Oficial Realista Agustín de Iturbide para convenir con Vicente Guerrero y, con ello, proteger los intereses económicos y privilegios de los Criollos y el Alto Clero de ese tiempo. Se trataba de evitar la vigencia de la Constitución de Cádiz y de construir un nuevo Imperio. Se habían perdido los principios fundamentales que Miguel Hidalgo y José María Morelos consolidaron en “Los Sentimientos de la Nación”.

El control del poder, como fin último de la Política, se ha encubierto en las sombras de maniobras ajenas al sentido popular y, muchas veces, contrarias al mismo.

Los ávidos lectores y discípulos de don Nicolás, han sido la base del entramado de la “Realpolitik”.

La sucesión presidencial en México la ha abierto tempraneramente el Presidente López Obrador, que tiene el objetivo –casi único— de ganar las elecciones en 2024; para ello, requiere de dos elementos fundamentales: primero, que su grupo y su partido permanezcan unidos en torno a su mandato; segundo, que sus contendientes no tengan la posibilidad real de crear un frente opositor vigoroso y solidario.

Ricardo Anaya se había convertido en un “cartucho quemado”, sus recorridos políticos eran un fracaso y sus posibilidades dentro del PAN parecían inexistentes; sin embargo, su consignación penal y el largo espacio que el Presidente le adjudica, así como la difusión contestataria del propio Anaya, le abren nuevamente las puertas de su horizonte político y, con ello, la división del frente opositor.

Por otro lado, Olga Sánchez Cordero renunció a la Secretaría de Gobernación para presidir el Senado de la República y, con ello, equilibrar la fuerza que ha generado –por su propio trabajo político— el Senador Ricardo Monreal, quien ha construido una imagen de político independiente de la voluntad suprema del Ejecutivo y, por lo tanto, se convierte en un peligro serio de división en las filas Morenistas.

El enigma de la Política y sus recovecos insoldables son la fuente de una serie de acciones, aparentemente contradictorias, que en el fondo obedecen a la obtención de logros políticos de los protagonistas en el escenario nacional.

Para los observadores y analistas de la Política Nacional es importante no perder el hilo conductor de las relaciones del poder, pues, la guerra de espejismos y trampas retóricas pueden conducirnos a interpretaciones totalmente disímbolas y equivocadas de la realidad.

Mas allá de estos juegos de los titiriteros del poder, la Nación Mexicana requiere una unidad esencial, para poder combatir los principales problemas que enfrentamos, y que son sin duda alguna: la seguridad de los gobernados; la salud del pueblo de México; la distribución adecuada de la riqueza nacional, para evitar las brechas dramáticas que hoy existen; y, sobre todo, retomar el camino de un Estado Nacional Soberano con una teleología de distribución de la riqueza.

Lo demás son los juegos de Maquiavelo y la sombra siniestra de los factores del poder con sus intereses mezquinos.

Que no se nos olvide, en Política nada es lo que parece.

POR ALFREDO RÍOS CAMARENA
CATEDRÁTICO DE LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UNAM

MAAZ