AGENDA LEVANTINA

Afganistán, el desplome

Los costosos programas sociales no sirvieron para recrear instituciones locales de gobernanza

OPINIÓN

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Marta Tawil / Agenda Levantina / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

¿Cómo juzgará la historia la decisión de Joe Biden, como el hombre que puso fin a la guerra más larga y costosa de la historia de Estados Unidos, o como el que abandonó a los afganos, y especialmente a las afganas, ante la amenaza del yugo talibán? Biden podrá insistir en que Estados Unidos no permaneció en Afganistán durante dos décadas para contribuir a consolidar instituciones, sino sólo para eliminar a Al-Qaeda. Si así fue, entonces, fracasó por partida doble, pues acentuó el orden y la estabilidad con el empleo de la fuerza militar para restablecer un monopolio legítimo de la violencia, pero no se desintegró al talibán.

Mientras tanto, la serie de costosos programas sociales implementados no sirvieron para recrear instituciones locales de gobernanza, o de fortalecerlas para desencadenar el crecimiento económico y el desarrollo social. Se implementaron modos de integrar a unos sectores de la sociedad y de la élite política, pero no fueron asociaciones tan claras ni tan sistemáticas o extendidas. La mayoría, sobre todo en las zonas rurales, quedó excluida. El resultado fue una serie de ambigüedades que influyeron negativamente en los procesos de legitimación de los poderes locales, del gobierno central y en las relaciones entre diferentes segmentos de la sociedad afgana.

Afganistán es una de las economías frágiles y de mayor riesgo del mundo. Los otros países en esta breve y sombría lista incluyen la República Centroafricana, Libia, Somalia, Sudán del Sur, Siria y Yemen. Afganistán tiene 37 millones de habitantes, de los cuales casi la mitad (47.3%) vive en la pobreza y 46% es menor de 15 años. Este último dato significa que aproximadamente la mitad de la población no recuerda el gobierno anterior de los talibanes.

La última vez que el “Emirato” ejecutó las cosas, no había Internet allí. En 20 años, la capital, Kabul, se transformó. Seis millones de habitantes jóvenes allí nunca han conocido el gobierno talibán, y están conectados con el mundo y la modernidad, aunque sigan siendo tradicionalistas en su vida personal o familiar. Su vida seguramente cambiará de manera drástica con el choque cultural con los talibán, que incluyen a jóvenes “estudiantes” de teología, sin educación ni formación, que ahora se proclaman defensores del orden y la moral.

Ninguno de los tres presidentes anteriores, Bush, Obama y Trump, tomaron la decisión de salir de Afganistán. Biden lo hizo, a un costo de reputación muy alto, sobre todo por lo caótico del retiro. Miles de afganos se apiñan en el aeropuerto y frente a las embajadas para huir de su país, mientras que el tema de la resistencia contra los talibán no genera unanimidad: tras más de 20 años de guerra (más de cuarenta en la región de Panjshir), la gente está agotada.

POR  MARTA TAWIL.
INVESTIGADORA DE EL COLMEX
ORBE@ELHERALDODEMEXICO.COM

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