ARTICULISTA

El Hospicio Cabañas

El inmueble, ubicado en Guadalajara, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997, por sus características culturales y sociales

OPINIÓN

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Bernardo Noval/ Colaborador/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El patrimonio cultural de un pueblo comprende las obras de sus artistas, arquitectos, músicos, escritores e intelectuales, así como las obras anónimas, surgidas del alma popular, y el conjunto de valores que dan sentido a la vida, es decir, las obras materiales y no materiales que expresan la  creatividad  de  ese  pueblo:  la  lengua,  los  ritos,  las  creencias,  los  lugares  y  monumentos históricos, las obras de arte y los archivos y bibliotecas.      

México es privilegiado en cuanto a patrimonio cultural se refiere. Nuestro país se encuentra en la  séptima  posición  de  la  lista  de  países  con  mayor  número  de  sitios  Patrimonio  de  la Humanidad. El Hospicio Cabañas, en Guadalajara, Jalisco, es uno de los sitios que forman parte de esta lista, pues debido a sus características arquitectónicas, plásticas, históricas, culturales y sociales, fue declarado en 1997 como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

El Hospicio Cabañas nació ante la necesidad de resolver el problema de pobreza e indigencia. Expresada la necesidad de un lugar dónde socorrer y aliviar a la población más necesitada de Guadalajara desde finales de la década de los 60 del siglo XVIII, su fundación no fue posible sino hasta principios del siglo XIX, gracias a la intervención del obispo Juan Cruz Ruiz de Cabañas, quien dispuso que se llamará “Casa de Caridad y Misericordia” y entregó su dirección al gobierno eclesiástico. 

Una vez determinado el uso y obtenido el terreno al oriente de la ciudad, se encargó el proyecto al arquitecto Manuel Tolsá, uno de los máximos exponentes del neoclásico, estilo en boga a finales del siglo XVIII. 

Concebido como un establecimiento donde “exercitar en él lo espiritual y temporal del modo más heroico en beneficio de los necesitados y desvalidos y en obsequio de la Patria, del Público, de la Religión y del estado”, nace con la marcada vocación educativa y de instrucción que imprimió el obispo benefactor y desde que abre sus puertas es llamado en su memoria Hospicio Cabañas.

El inmueble fue concluido 35 años después por el arquitecto Manuel Gómez Ibarra y con el paso de los años el edificio fue usado como cuartel, además de convertirse en testigo de diversos acontecimientos de la historia de México. En mayo de 1980, el inmueble fue destinado a un uso cultural bajo el nombre del Instituto Cultural Cabañas y a la fecha continúa fomentando y promoviendo el conocimiento, la investigación y la difusión de las colecciones pertenecientes al monumento y la cultura en general. 

En su interior se encuentran 57 murales con una extensión de mil 250 metros cuadrados, elaborados entre septiembre de 1937 y marzo de 1939 por el artista José Clemente Orozco. Los murales abordan diversos temas y dentro del conjunto se encuentra lo que muchos especialistas han denominado la obra cumbre del artista jalisciense: “El hombre de fuego”. El mural, con el personaje central, invita a pensarlo e interpretarlo de acuerdo con el juicio del propio observador y más que atender las diferentes interpretaciones que se han emitido, lo que a mi juicio es más importante apreciar, es su belleza, fuerza y grandeza.

Hoy en día, el Instituto Cultural Cabañas es un elemento de identidad de la ciudad de Guadalajara, tanto por su arquitectura e historia, conservada a través del tiempo, como por albergar uno de los acervos más completos de la obra de Orozco. 

POR BERNARDO NOVAL
CEO MUST WANTED GROUP
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