ALHAJERO

Cambio en la política exterior

En el Castillo de Chapultepec, ante los cancilleres de América Latina y el Caribe, el Presidente dijo en público lo que siempre había dicho entre nosotros.

OPINIÓN

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Martha Anaya / Alhajero / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Hacia el fin de semana pasado, en la cancillería mexicana se vivían momentos tensos.

Por un lado, inquietud ante la posibilidad de que los invitados a la reunión de la CELAC fallaran de último momento (se trataba de la primera reunión presencial de ministros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños desde que inició la pandemia) y pusieran en una situación incómoda –sin capacidad de liderazgo- al gobierno mexicano. A México como país.

Por otra parte, que los cancilleres de Colombia y Venezuela se agredieran, como ha ocurrido en otras ocasiones, y el pleito terminara convirtiéndose en “la nota” internacional de la reunión.

Maximiliano Reyes Zúñiga, subsecretario de Relaciones Exteriores para América Latina y el Caribe, sudaba frío. Había logrado la asistencia de ambos (hecho que no ocurría desde el 2018, ni cuando México asumió la presidencia pro témpore de la CELAC en enero del 2020) pero, aunque había hecho su tarea, nada garantizaba que a la hora de los discursos se lanzaran reclamos y acusaciones.

Al final de cuentas, las cosas salieron bien. Mejor de lo esperado, incluso.

Desde su perspectiva, hubo varios logros:

Primero, quedó demostrado que el liderazgo de México en la región (de América Latina y el Caribe), “ya está recuperado”.

Ahora sigue “consolidarlo”. A ello se avocarán los próximos tres años. Y la ruta es:

1.-Buscar la unidad. La idea de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) es alcanzar entre los países de la región una “unidad”, más que una integración.

Lo cual implica de entrada dejar de pelearnos entre nosotros mismos y apoyarnos en cuestiones que nos atañen directamente como la migración y las vacunas.

2.-Llevar posiciones homogéneas, de unidad, ante los grandes organismos internacionales como la ONU, el G20, la OCDE, el Consejo de Seguridad.

De hecho, ahora que México presidirá el Consejo de Seguridad de UN, llevará como temas el acceso gratuito y universal a las vacunas, ayuda a la reactivación económica y hacer algo rápidamente para atenuar las consecuencias del cambio climático en la región.

3.-Poder avanzar en elementos de integración, paso a paso, tema a tema, como se hizo en la Unión Europea.

En toda esta hoja de ruta, la Organización de Estados Americanos (OEA) no figura. Si bien varios gobiernos desean la extinción de este organismo –en México se le califica de intervencionista y lacayuno de Estados Unidos-, difícilmente desaparecerá de un día para otro. Será un proceso su extinción.

Pero “hay que hacer algo” con la OEA, refieren en la SRE, las cosas no pueden seguir así.

Hasta aquí, la hoja de ruta de la cancillería mexicana es clara. Lo que no tenemos  del todo claro es qué provocó “la determinación” de Andrés Manuel López Obrador de incrustarse en la política exterior tal como lo hizo el sábado pasado en el Castillo de Chapultepec.

Porque algo es claro: Esta posición representa un giro en la relación de México hacia Estados Unidos.

¿Han sido los roces derivados de las diferencias energéticas, de la migración, de conflictos laborales enmarcados en el T-MEC, de la permanencia del cierre de la frontera, de las alertas de viaje por cuestiones de seguridad y sanidad?

Lo cierto es que lo que se pronunció “fue la manifestación real de nuestra voluntad de una relación equitativa con Estados Unidos”.

En el equipo del canciller Marcelo Ebrard sostienen que el Presidente “dijo hoy en público lo que siempre había dicho entre nosotros” y simplemente “por fin pudo hacerlo en público”. Quizás por el escenario que tenía, o porque se le acomodaron las cosas.

Reconocen también que durante el gobierno de Donald Trump, México se reservó en su oratoria, más no en hechos.

A saber: México dejó de participar en el Grupo de Lima; se cambió el paradigma de seguridad a uno de desarrollo; la firma del Pacto de Marrakech por una migración ordenada; la posición mexicana en Venezuela (que evitó una posible invasión); salvarle la vida al mandatario boliviano Evo Morales.

En cuanto a la posición del gobierno mexicano hacia Cuba, esa es otra historia. Por lo pronto digamos que desde la cancillería ven mano negra y fuegos fatuos en ciertas situaciones de lo que ahí acontece.

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GEMAS: Obsequio del subsecretario Maximiliano Reyes al clausurar la reunión de la CELAC: “Independientemente de nuestros intereses en América Latina, todos sentimos un nacionalismo regional”.

POR MARTHA ANAYA
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@MARTHAANAYA

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