MALOS MODOS

Pancho Villa, la historia oficial y el negacionismo

Hace unos días, Claudia Sheinbaum quedó en medio de un tiroteo argumentativo tras presidir un homenaje a Pancho Villa, quien fue, antes que nada y predominantemente, un asesino reiterado, frío y extremadamente cruel

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El conspiracionismo suele vestirse con ropas similares a las de la Historia, que, cuando está bien hecha, cuando es de a de veras, resulta, por el contrario, en un buen antídoto para los venenos de la paranoia y el pensamiento mágico, incluido el culto a la personalidad.

¿Qué es el conspiracionismo travestido de Historia? Eso que se llama “negacionismo”, bien conocido por quienes hayan estudiado el nazismo. Porque sí: hay una bibliografía abundante, demencial en su argumentación y repugnante en sus principios, que pretende convencernos de que el Holocausto no existió y de que Hitler ha sido víctima de una campaña orquestada por Israel, los aliados luego de la Segunda Guerra y, claro, los medios. O sea, víctima de una “leyenda negra”.

El negacionismo tiene otras expresiones, como la reivindicación del leninismo y el estalinismo, con su Gulag y sus hambrunas, o de la revolución castrista, con sus campos de reeducación y sus tiros en la nuca a manos, para empezar, del Che. ¿Y en México? Bueno, aquí tenemos una forma peculiar del negacionismo en la llamada historia oficial.

Esto viene a cuento porque, hace unos días, Claudia Scheinbaum quedó en medio de un tiroteo argumentativo tras presidir un homenaje a Pancho Villa. Tenía que ser. En efecto, Villa fue, antes que nada y predominantemente, un asesino reiterado, frío y extremadamente cruel, y un violador compulsivo de mujeres.

Sergio Sarmiento recordó un libro reciente que lo ilustra contundentemente: Crímenes de Francisco Villa, de Reidezel Mendoza. El Villa que aparece ahí, testimonio a testimonio de las víctimas y sus familias, es el que lo mismo ordenaba la violación multitudinaria de las mujeres, que hacía quemar viva a una anciana, que colgaba arbitrariamente a sus soldados para dejar un ejemplo en la tropa.

¿A qué se enfrenta el notable libro de Mendoza? Al esfuerzo, ya viejo, de reivindicar a Villa como parte del movimiento, nos dicen, que fundó esta patria grandiosa y popular: la Revolución, en realidad una suma de movimientos militares y caciques muy variados, a menudo impresentables, que chocaron con violencia, sin muchas contemplaciones con la población que los sufría, y en algunos casos, como el de Villa, con franco sadismo.

Pero Mendoza no está solo. Lo antecede, como cuenta él mismo, esa mujer excepcional que fue Celia Herrera, que tan pronto como en los años 30 se puso a recoger los testimonios de las víctimas del Villa en Francisco Villa ante la historia, igual que ejercicios de no ficción literaria como Vámonos con Pancho Villa, de Fernando F. Muñoz, y hasta los de figuras afines al villismo como el Martín Luis Guzmán de El águila y la serpiente o la Nellie Campobello de Cartucho, otros dos catálogos de horrores.

Sí, se nos coló el negacionismo. Del que pagas con tus impuestos.

POR JULIO PATÁN
JULIOPATAN0909@GMAIL.COM 
@JULIOPATAN09

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