El viernes quedó exhibida la enorme diferencia en la concepción del funcionamiento social entre Estados Unidos y México, y particularmente entre las visiones que tienen Joe Biden y Andrés Manuel López Obrador para solucionar uno de los grandes desafíos del Siglo XXI: el poder monopólico de las grandes empresas.
Biden anunció 72 iniciativas para fomentar la competencia y reducir el poder monopólico de las grandes corporaciones en varias industrias: servicios financieros, líneas aéreas, agricultura, y hasta venta de aparatos auxiliares auditivos. La Casa Blanca considera que el excesivo poder de ciertas empresas está elevando los precios, capturando muchos beneficios en detrimento del consumidor estadounidense, e inhibiendo hasta la movilidad laboral en esas industrias.
¿Qué quiere la Casa Blanca? Más competencia. Quiere que más compañías pequeñas puedan retar el mercado de las empresas grandes, y fortalecer al consumidor para cambiar de proveedor si un precio le parece caro o si un servicio le parece deficiente.
En México, no obstante, el presidente López Obrador anunció la semana pasada un conjunto de soluciones totalmente distintas al mismo problema. Ante el poder excesivo de cinco empresas en la industria de distribución de Gas LP, AMLO eligió el camino de la creación de una empresa estatal que compita contra las que ya participan en el sector. En lugar de dinamizar al mercado, obligando a esas empresas a aceptar a competidores nuevos o castigándoles por su comportamiento monopólico, el Presidente cree que una empresa estatal, subsidiaria de Pemex, corregirá el problema.
Pero no es lo único. El Presidente de México también quiere lanzar una empresa de fertilizantes, que compita contra las poderosas que controlan el mercado, y lo mismo había anunciado con una distribuidora de medicamentos, y hasta el Tren Maya, cuya administración será estatal, con el Ejército a cargo.
En México gravita masivamente la idea de que el gobierno debe solucionar los problemas del mercado. Pero, ¿por qué a Joe Biden no se le ocurre crear una línea aérea estatal, un banco, una empresa de internet, o una farmacéutica? Por la sencilla razón de que es absurdo pensar que el gobierno debe participar en todas las industrias cuando un mercado tiene algún problema.
El gobierno de AMLO no tiene la capacidad de enseñarle a la población los beneficios del mercado, porque está inundado de burócratas que piensan que las empresas estatales harán un mejor trabajo que los mercados libres y competitivos. Queda entonces a los empresarios, encabezados por Carlos Salazar en el CCE, dirigir la cruzada educativa para solventar esa carencia conceptual en la población.
GUAJARDO
“Estoy bien y son puras mentiras de lo que me están acusando”, me dijo Ildefonso Guajardo el viernes. Se escuchaba tranquilo.
POR CARLOS MOTA
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