Los mexicanos somos trabajadores, honestos, creativos, responsables, emprendedores, y sobre todo muy perseverantes, dispuestos a salir adelante sin importar las circunstancias, pues nos interesamos por el bienestar de nuestra familia y comunidad. Inigualables en nuestro ingenio, siempre estamos buscando soluciones a los problemas diarios, es decir continuamente queremos mejorarnos y aspirar a más.
Al presidente, como hemos visto en repetidas ocasiones durante las últimas semanas, esto le parece repudiable, egoísta y malo pues prefiere que los individuos estén en una situación de dependencia eterna con el gobierno. A él y a morena, no les gusta el éxito individual pues prefieren que todo sea público y por lo tanto dependa del gobierno que a la vez está bajo su control. En particular, tienen un desprecio enorme por la clase media, que según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), representa aproximadamente el 47% de la población. Un grupo socioeconómico que, por lo general está en las ciudades y trabaja diario por cuidar a sus hijos, pagar impuestos y mejorar su situación. Aquellos que, con esfuerzo y dedicación buscan progresar para superarse a si mismos y avanzar respecto a la situación de sus padres.
Al parecer, el presidente repudia este deseo de libertad e independencia, de trabajo honesto y esfuerzo. Está peleado con la mitad de los mexicanos, desquiciado y rodeado por incompetentes que no buscan más que el beneficio propio a costa del país. Ante una sociedad cada vez más crítica, dispuesta a exigir buenos gobiernos que respondan a los problemas verdaderos, no hay otra respuesta más que discursos vacíos y delirios mañaneros.
En el último año y medio, la economía mexicana sufrió un desplome del 8.5%, no visto desde hace cien años que afectó gravemente a todos los ciudadanos. Lo peor es que desde entonces no hay respuesta o acción por parte del gobierno federal para reactivar la economía o recuperar lo perdido. Es decir, al presidente que ni le afecta ni le importa el sufrimiento o la angustia de millones de mexicanos está atrincherado en su palacio virreinal mientras sus aduladores oficiales continúan defendiéndolo independientemente de la corrupción o negligencia tan distintiva de su administración.
Mientas tanto, la clase media trabaja arduamente y arriesga mucho con pequeñas empresas en ocasiones familiares, con la esperanza de superar la adversidad, de educar a sus hijos y brindarles un mejor futuro. Son los contribuyentes sin los cuales muchos de los programas del gobierno no se sostienen y los que construyen poco a poco un patrimonio. Lamentablemente, son también los más atacados desde el poder, los más menospreciados y agredidos por rehusarse a creer mentiras y por tener la convicción de que un México, con buen gobierno e instituciones sólidas sí es posible.
POR MARIANA GÓMEZ DEL CAMPO
SECRETARIA DE ASUNTOS INTERNACIONALES DEL COMITÉ NACIONAL DEL PARTIDO ACCIÓN NACIONAL
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