MIRANDO AL OTRO LADO

Morena ante su futuro

El partido político Morena es, como su nombre lo indica, un movimiento, no tanto un partido político

OPINIÓN

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Ricardo Pascoe Pierce / Mirando al otro lado / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El partido político Morena es, como su nombre lo indica, un movimiento, no tanto un partido político. Las características organizativas y políticas del movimiento son descriptivas de un organismo que oscila entre club social, un campo de concentración y una secta religiosa personalista.

El incentivo a la ganancia fácil y el temor al látigo de la reprobación del líder mantienen la aparente cohesión interna que hoy ostenta. El incentivo de muchos por seguir en Morena es la expectativa de un puesto legislativo (casi) seguro, suponiendo que la ola de las elecciones exitosas de 2018 se mantenga o un lugar en la administración pública federal como la opción de meter mano al presupuesto público con impunidad asegurada.

Para lograr eso solamente hay que cantar loas al líder y ser ciegamente obediente.

La cohesión interna parte también de la existencia de una plataforma ideológica que, aún siendo de “principios de izquierda” para efectos enunciativos y propagandísticos, es reconocidamente un documento ignorado por gobernantes, legisladores y líderes partidistas y sus bases sociales por igual.

Ignorar la plataforma es importante para que el movimiento, que recibe afluentes de múltiples corrientes ideológicas, pueda creer íntimamente en cosas completamente contradictorias o diferentes, además de iglesias tan diversas como el Príncipe de Roma compartiendo políticas junto con las corrientes evangélicas antipapistas, aderezado por un marxismo rupestre y desacreditado del Siglo XXI (Maduro) y políticas públicas del más rancio conservadurismo populista (Trump).

Finalmente, y como causa central de la razón de ser de Morena, está el hecho insoslayable de que es una organización construida alrededor de, para, y por un líder carismático. El Mesías, dice The Economist. Es una organización creada con todos los recursos teatrales de la política (demagogia, mentiras, exageraciones, promesas bellas que no verán fruición) para llevar un hombre a la Presidencia de la República. No tiene, en realidad, ni otra misión ni otro propósito.

Por esta razón es posible llegar a una observación acerca de Morena: es una organización con fecha de caducidad. Tendrá que desaparecer, porque su razón de ser se va a extinguir.

En el proceso electoral actual ha sido notable constatar el nivel de inconformidad interna que existe entre sus miembros por el método de definición de candidaturas por la vía de supuestas “encuestas” aplicadas a la militancia. Es el partido con más casos presentados ante los órganos electorales jurisdiccionales, como lo hizo Muñoz Ledo.

La reelección ha sido un dique de contención a las aspiraciones de miles de morenistas que querían ser nombrados candidatos, cuando descubrieron que la mayoría de los espacios ya habían sido ocupados por sus colegas reeleccionistas.

También se enfrentaron a otra aduana: la mayoría de los candidatos debían declarar su lealtad a Mario Delgado, presidente nacional de Morena y a la futura candidatura presidencial de Marcelo Ebrard. La pelea interna en Morena por esa candidatura ha permeado a la actual contienda electoral, siendo un criterio fundamental para la definición de candidaturas en función de cuál candidatura se apoya desde ahora: Ebrard o Sheinbaum. Y esa guerra interna va a recrudecer y profundizar a partir de mañana, lunes 7 de junio, cuando el Presidente empieza a perder fuerza y control sobre el proceso político.

Esa guerra interna por posicionamientos ante las candidaturas presidenciales de 2024 también explica el traslado de tantos conflictos internos a los órganos electorales jurisdicciones. Morena es la reina de las impugnaciones...a sí misma. Y muy posiblemente se convierta en la explicación y razón de ser de muchos potenciales conflictos postelectorales.

No existe una cohesión ideológica interna en Morena que le dé estructura, continuidad y diálogo interno coherente. Atrapa a sus miembros internamente, como en un campo de concentración. Otrora inteligentes ex panistas explican las bondades del líder mesiánico con sorprendente convicción.

Lejos están los días del pensamiento libre y crítico. Luego aparecen ex perredistas olvidándose de ideología para concentrarse en el agandalle de puestos y presupuestos, fieles a sus mejores tradiciones. Y después están los ex priistas como Bartlett, Ebrard, AMLO...bueno, de ellos ¿qué se puede decir? Tienen las manos metidas de lleno en licitaciones y decisiones presupuestales.

El pensamiento programático inteligente y coherente no es la especialidad de la casa morenista. Ahí puedes decir cualquier cosa y sostener cualquier posición. Todo pasa, pero nada pasa. Lo único que pasa es lo dicho por el Mesías, el Presidente, que detenta la primera y última palabra. El resto es historia.

La culminación de la “obra transformadora” de Morena es haber creado un movimiento al servicio de una concepción histórica aberrante y antidemocrática: la instauración de un régimen de un solo hombre, un Antonio López de Santa Anna, del Siglo XXI.

El Santa Anna de nuestros días es un populista cuya intención es la restauración de un régimen de “liderazgo único, amado por todos (y los que no lo aman serán excluidos de la felicidad)”. Lo que no anticipaba este Santa Anna es que la democracia se inventó justamente para acotar y controlar a personajes con esas improntas autoritarias y personalistas. Se estableció la democracia con contrapesos para impedir que puedan perpetuarse en el poder.

Para fortuna nuestra, el “líder” no tuvo la inteligencia de crear un partido político coherente y sólido, sino un movimiento disperso, inorgánico, carente de capacidad de convencimiento y basado exclusivamente en su figura. Y cuando empieza a perder elecciones de forma importante, como es probable que suceda este domingo 6 de junio, los amarres internos se debilitarán aún más y el descontento empezará a corroer la cohesión interna. El desmoronamiento de ese instrumento se acelerará, como la estrella fulgurante que fue y que se extingue.

Por estas razones, Moreno es un movimiento de un solo sexenio. Luego se extinguirá. Y con él, esperemos, el populismo depredador en México. Lo importante es crear, desde ahora, el sustituto conceptual y programático superior para resolver la crisis económica, política y social que este sexenio le va a heredar a México.

POR RICARDO PASCOE PIERCE
RICARDOPASCOE@HOTMAIL.COM
@RPASCOEP

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