COLUMNA INVITADA

Frente a la urna

En las elecciones de 1988 no había Instituto Nacional Electoral, ni el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, todo lo controlaban desde el poder

OPINIÓN

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Onel Ortiz Fragoso / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

En espera de mi turno para votar, dejo a un lado odios y rencores. Ejerzo mi derecho y obligación electoral. Que gusto ver una elección organizada por ciudadanos. Ahí están mis vecinos, muy en su papel de funcionarios de casilla, organizándolo todo, actuando para que se respete la sana distancia, revisando que aparezcas en el padrón y que votes en secreto. Una fila de hombres y mujeres, algunos casi en pijama y otros ya con la ropa de domingo, temprano vinieron a votar, para aprovechar con la familia o los amigos el resto del día.

Desde los 18 años he votado. En la espera viene a mi memoria el año 1988. La credencial de elector de aquellos años nada tiene que ver con la de ahora. No tenía foto, ni ninguna medida de seguridad, sólo el domicilio, tu nombre y era expedida por la Comisión Nacional Electoral de la Secretaría de Gobernación.

No había Instituto Nacional Electoral (INE), ni el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, todo lo controlaban desde el poder. A pesar de esos controles, en esa elección el gobierno tiró el sistema de cómputo para asegurar el triunfo de Carlos Salinas de Gortari. Recuerdo la movilización de Cuauhtémoc Cárdenas, Manuel J. Clouthier, Rosario Ibarra y sus exigencias de respeto al voto.

Después las imágenes pasan velozmente. 1991, el planchón salinista con la ilusión del liberalismo social y su programa de Solidaridad. 1994, con el voto del miedo después del asesinato de Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu. 1997, la primera ocasión en que la oposición fue mayoría en la Cámara de Diputados y cuando la izquierda ganó la Ciudad de México. 

En el año 2000, el histórico triunfo de Vicente Fox Quezada y el fin de la era priista en la Presidencia. 2003, la parálisis legislativa, los videoescándalos y el desafuero de Andrés Manuel López Obrador. 2006, las elecciones más competidas de la historia, la movilización postelectoral y el plantón en Paseo de la Reforma. 2009, el Congreso dividido y las alianzas. 2012, el regreso del PRI a Los Pinos, la generación que pretendía quedarse en el poder por más de 20 años, el Pacto por México y la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa. 2015, las reformas estructurales, la Casa Blanca y los escándalos de corrupción. 2018, el triunfo de López Obrador y sus mayorías en las cámaras.

Quería que estas elecciones fueran diferentes, más propuestas  y menos guerra sucia. Más contenido y menos publicidad. Que los partidos, con honrosas excepciones, postularan mejores candidatos, no “chapulines” y personas mediocres y corruptas. Que no hubieran asesinado a ningún candidato. 

Pero aquí, frente a la urna, valoro los avances que hemos tenido desde que sufragué por primera vez. Vivimos en una democracia, imperfecta, incompleta, pero democracia, un patrimonio que debemos conservar. Es mi turno, revisan mi credencial, me entregan mis boletas y voy a sufragar. Cuando votamos el único perdedor es el abstencionismo.

ONEL ORTIZ FRAGOSO

ANALISTA POLÍTICO Y ASESOR PARLAMENTARIO

@ONELORTIZ

MAAZ