NOTAS SIN PAUTA

La caída de Gabriel García

La convocatoria a Palacio Nacional fue precipitada. El miércoles, los coordinadores estatales de Programas de Bienestar, mejor conocidos como “superdelegados”

OPINIÓN

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Arturo Rodríguez García / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

La convocatoria a Palacio Nacional fue precipitada. El miércoles, los coordinadores estatales de Programas de Bienestar, mejor conocidos como “superdelegados”, fueron llamados a la sede presidencial para un encuentro a primera hora del jueves 24 de junio. El motivo: revisar el plan de vacunación.

Los 32 convidados estuvieron puntuales a la cita, encabezados por el hasta entonces coordinador general, Gabriel García Hernández, el hombre que antes de iniciar el sexenio pintaba para ser muy influyente y poderoso.

El presidente entró de manera intempestiva, tomó su sitial y soltó una arenga en la que reclamó el uso de la estructura de gobierno para proyectos personales. Parejo, les dijo que eran unos inútiles, “ambiciosos vulgares”; se refirió al uso de los programas de desarrollo con fines políticos y anunció que haría cambios. Sin permitir réplica ni otra intervención, salió del salón.

Acto seguido, Gabriel García fue llamado al Despacho… al salir de Palacio Nacional confirmó que dejaba el cargo para ocupar su escaño senatorial. García Hernández fue parte del círculo cercano de López Obrador a lo largo de dos décadas. Ni siquiera le dejó después de 2006, cuando se encargó de operar la asociación civil, Honestidad Valiente, mediante la que recaudaban fondos para que el hoy presidente recorriera el país.

Lo siguió en 2012 y fue fundador de Morena, parte del comité nacional hasta que en 2018 apareció en la lista de partido para el Senado, un cargo que no ocupó pues apenas iniciada la transición, hizo el plan que lo convertiría en el poderoso sexenal. La idea, expuesta por López Obrador, era extinguir las delegaciones en los estados concentrando las funciones del gobierno federal en una misma persona y un mismo inmueble. Adulado y procurado por propios y extraños,

Gabriel inició el sexenio en pro de la superestructura. Empero, en el primer semestre de gobierno, la reforma a la Ley Orgánica de la Administración Pública clarificó: su cargo sería de coadyuvante de la Secretaría de Bienestar. Pronto, el otrora todopoderoso Gabriel clamaba en video que algún secretario o directora general le tomaran llamada.

La operación de programas fue un desastre. No lograron integrar un padrón de beneficiarios, ni los centros de gobierno. Quedó mal con los cajeros del Bienestar. En las “superdelegaciones” sucedían excesos, actos de nepotismo, uso de las nóminas de los “Servidores de la Nación” hasta para pagar servicio doméstico. A quienes denunciaban se les despedía con el aval de Tere Lupe Reyes, la mano derecha de Gabriel, metidos siempre en líos de Morena.

Los expedientes se acumularon pero en la Secretaría de la Función Pública ninguna queja prosperó contra él y tampoco contra el hermano de la titular, Pablo Amilcar, superdelegado en Guerrero y uno de los evidenciados.

La salida de Irma Eréndira Sandoval precipitó todo. Roberto Salcedo, recibió el expediente de Gabriel García y se lo entregó a Alejandro Esquér: desvíos, corrupción en delegaciones, desorden administrativo, negocios y la confirmación de las irregularidades y negligencias que en febrero observó la Auditoría Superior de la Federación.

Todavía Gabriel pidió oportunidad de corregir, pero en respuesta obtuvo un rotundo no. Entonces, Gabriel salió y para que el despido no fuera tan humillante como el de Irma Eréndira, anticipó el anuncio: regresaba al Senado donde lo espera Ricardo Monreal, a quien acusó de haber boicoteado la Ciudad de México, eludiendo su propia operación para debilitar a Claudia Sheinbaum, un detonante adicional de la historia.

Ahí acabó. Acogido al fuero ante las investigaciones pendientes y un relevo en el cargo que le habían creado: Carlos Torres --entre ambos la malquerencia conocida-- un alfil que reafirma la confianza presidencial en los cercanos a los López Beltrán.

POR ARTURO RODRÍGUEZ GARCÍA

COLABORADOR HERALDO RADIO

@ARTURO_RDGZ

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