COLUMNA INVITADA

Visita relevante

Estuvo en México el cardenal Pietro Parolin, por su trayectoria, fue importante su mensaje

OPINIÓN

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Paz Fernández Cueto/ Colaboradora/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Esta semana recibimos una visita relevante, se trata del Cardenal Pietro Parolin secretario de estado del Vaticano. Llegó a México para ordenar obispo a monseñor Fermín Sosa Rodríguez, sacerdote de Izamal Yucatán, quien recientemente fuera nombrado nuncio apostólico en Papúa Nueva Guinea, por el Papa Francisco. Mucho han cambiado las cosas desde 1989 cuando por primera vez, aquél joven sacerdote italiano, llegaba a la Ciudad de México para ser secretario de la delegación apostólica, cuando aún no se habían reestablecido relaciones diplomáticas con el Vaticano, rotas desde 1917. Le tocó ser uno de los protagonistas de las negociaciones entre Prigione delegado apostólico y el gobierno del presidente Salinas, negociaciones que condujeron al reconocimiento jurídico de la Iglesia en México y al reestableciendo las relaciones diplomáticas con la Santa Sede.

La carrera diplomática del Cardenal Parolin se destaca por su prudente intervención en las delicadas misiones que le han sido encomendadas. Entre otras, fue nombrado nuncio en Venezuela en medio de los conflictos entre iglesia – estado, mientras Hugo Chávez implantaba la revolución bolivariana en aquél país. Por su trayectoria y experiencia política es especialmente relevante el mensaje que transmitió, frente a representantes del gobierno, diplomáticos y amigos de la delegación, durante la recepción que le ofreció el Nuncio México Mons. Franco Coppola. Venía de haber estado con López Obrador en Palacio Nacional donde conversaron sobre asuntos urgentes, como la urgencia de superar la cultura de la división y de la violencia que nos invade, y restaurar en los corazones y en la sociedad una verdadera cultura de la fraternidad y la solidaridad. Ambos coincidieron en la necesidad de lograr la reconciliación, habrá que ver si también en el camino para lograrlo. 

En medio de los problemas por los que atraviesa México y el mundo, recalcó que estamos llamados a mirar el futuro con esperanza pensando en las futuras generaciones. Me llamó la atención la gran sensibilidad y empatía con la que compartió el dolor por los hijos de esta tierra mexicana que murieron a causa del contagio, con gran cariño se dirigió a las familias que perdieron a sus seres queridos, y reafirmó el compromiso de la Iglesia de acompañar espiritual y materialmente a quienes experimentan enfermedad, soledad, fragilidad o incertidumbre de cara al futuro.   Este año celebraremos el hecho histórico que culminó con la independencia. La Santa Sede hace un llamado al pueblo de México para “hacer un balance y dar un renovado impulso a la visión, a los valores y a los sentimientos que animaron desde dentro este proceso histórico. Si por un lado el camino estuvo marcado por grandes anhelos e ideales, también es cierto que no faltaron polarizaciones y contrastes en el plan político y social, como también a nivel religioso”.

Es momento de renovar un pacto de colaboración que reconozca la legítima distinción entre iglesia - estado, pacto que no debe entenderse como oposición entre lo religiosa y lo secular, sino como una necesaria autonomía de compromiso y acción en favor del bien común. Al principio de laicidad compete, por un lado, acoger la valiosa contribución que las convicciones espirituales ofrecen a la sociedad y por otro, actuar como barrera contra los desvíos secularistas o fundamentalistas. Para terminar, Parolin compartió el mensaje que el Papa Francisco dirigió a la Unión Europea en el cincuenta aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas con la santa sede, palabras que conservan un altísimo valor aplicadas a un contexto más amplio. Pienso que especialmente son a tomarse en cuenta ante los retos que enfrenta el mundo y especialmente México frente a este gobierno:  

“Sueño con una tierra abierta a la trascendencia donde el que es creyente sea libre de profesar públicamente la fe y de proponer el propio punto de vista en la sociedad. Ha terminado el tiempo de los confesionalismos, pero también, el de un cierto laicismo que cierra las puetas a los demás y sobre todo a Dios, porque es evidente que un sistema político que no respete la apertura a la trascendencia no respeta adecuadamente a la persona humana.”

Estoy , concluyó Parolin, que las buenas relaciones que existen entre la santa sede y los Estados Unidos Mexicanos ayudarán a promover en el futir una cultura atenta a los derechos de todos los ciudadanos, capaz de promover una sociedad cada vez más respetuosa, acogedora y solidaria por el bien de todos”. 

POR PAZ FERNÁNDEZ CUETO
PAZ@FERNANDEZCUETO.COM

DZA