Para ella no hubo salida decorosa, halagos, ni buenos deseos. Su partida contrasta con la de varios integrantes del gabinete que reciben el apapacho presidencial. Para no ir más lejos, basta recordar el buen ánimo de los cambios anunciados hace apenas un par de semanas en Hacienda. Entre sonrisas y palabras generosas, el presidente López Obrador dio la bienvenida a Rogelio Ramírez de la O, y su espaldarazo a Arturo Herrera para ir a Banxico.
Para ella, la despedida fue fría y se acompañó de un mensaje para el resto del equipo de gobierno: todo puede perdonarse, menos la traición.
Irma Eréndira Sandoval fue removida por el Presidente como secretaria de la Función Pública, exhibida en redes sociales y utilizada como ejemplo dentro de la 4T. El mensaje fue para todos. No la cesó por sus magros resultados, tampoco cayó de la gracia presidencial por sus ambiciones políticas que administró desde una estratégica y poderosa secretaría. El presidente decidió hacerla a un lado porque la exsecretaria antepuso su interés al de López Obrador. Más aún: porque jugó a sus espaldas. Por eso el golpe de autoridad presidencial en la forma de anunciar su despido.
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Sandoval buscó frente al rostro duro del Presidente, mientras su salida era videograbada, hacerle recordar. Habló de su abuelo, de su padre, de sus convicciones, del acompañamiento hace años… nada de eso logró cambiar la expresión de López Obrador.
“Tomé la decisión de sustituir”, escribió el presidente en Twitter. Así de claro, así de contundente. No se va a otro cargo, no deja la posición entre reconocimientos, tampoco lo hace por incompetencia, aunque quizá esa palabra describiría su gestión.
Es sustituida, y eso es más duro para ella, porque el Presidente le perdió la confianza. Para López Obrador, Sandoval fue desleal. Por un lado, se vestía de obradorista —más que el propio Presidente, incluso— por el otro, atacaba a la 4T y, sobre todo, se lanzó contra las decisiones del Presidente. Y para quienes son vistos como traidores, sólo queda el destierro.
Las filtraciones que ella y sus cercanos deslizaron, en aras de favorecer a su hermano Pablo Amílcar en la búsqueda de la candidatura del gobierno de Guerrero, se le regresaron como búmeran. También la presión a integrantes del gabinete para que respaldaran la fallida aspiración. Los ataques contra Félix Salgado, el candidato de López Obrador, y el desgaste que le provocaron, le pasaron factura. Su salida estaba resuelta hace meses, sólo era cuestión de que llegara el momento.
Sandoval, y su esposo John Ackerman, que se veían dentro de la burbuja presidencial, cayeron de la gracia de Palacio.
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-Off the record. Y vienen más cambios, a principios del próximo mes.
POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN
M.LOPEZSANMARTIN@GMAIL.COM
@MLOPEZSANMARTIN
DZA