CLARABOYA

El problema de representación política

Estamos a pocos días de que se lleve a cabo el proceso democrático más grande en la historia de México, en el que se renueva la Cámara de Diputados

OPINIÓN

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Azul Etcheverry / Claraboya / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Estamos a pocos días de que se lleve a cabo el proceso democrático más grande en la historia de México, en el que se renueva la Cámara de Diputados, en el que están en juego quince gubernaturas y más de veintiún mil cargos locales, sin embargo, el fenómeno de la percepción ciudadana sobre la falta de representación política es cada vez mayor.

De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Cultura Política y Prácticas Ciudadanas del INEGI, sólo el 2.5% de la población siente mucha confianza en los partidos políticos y más del 50% está en mayor o menor medida de acuerdo en que los partidos políticos no sirven para nada.

Este problema de representación política se vive a nivel global gracias al fortalecimiento de discursos antipartidistas, a pesar de que siguen siendo elementales para el sustento democrático moderno. Hoy los partidos políticos son considerados uno de los máximos responsables del deterioro de las democracias.

Son percibidos como instrumentos de las élites, corruptos, poco sensibles y divisorios, más allá de ser los canales de representación ciudadana que en fundamento debieran ser. Otro aspecto que influye en esta percepción es el crecimiento de una oposición a los valores de la pluralidad partidista, como ese derecho legítimo a la diversidad de opiniones, experiencias, intereses e identidades.

Actualmente, la polarización que se ha propagado en México ha propiciado que el grupo en el poder instrumente gobiernos autoritarios y poco críticos. Es esta misma pluralización de intereses la que ha permitido cambiar el concepto del elector, su identidad y valores, además del desdibujamiento de las preferencias políticas, cuestión que ha dificultado a los partidos responder a las expectativas de la ciudadanía.

Lo antes descrito, aunado a la percepción ciudadana sobre la falta de resultados de los actores políticos, ha hecho menos atractivo para la gente involucrarse en los asuntos institucionales, a pesar de ello, el interés democrático da buenas señales. De acuerdo con esta encuesta, arriba del 91% de la población en edad adulta tiene credencial para votar y casi el 60% piensa que gracias a los partidos políticos la gente puede participar en la vida pública nacional, mientras que el 58% considera que son necesarios para que el gobierno funcione.

Lo que debemos comprender es que la participación y la representación no son conceptos antagónicos sino complementarios, la participación es necesaria para una representación más cercana a las necesidades sociales. Lo contrario a la representación es la exclusión y ese, en buena medida, es el problema que vivimos en la actualidad.

Tenemos una representación que ha sido omisa con las necesidades y las demandas formuladas desde los sectores más amplios y vulnerables de la población. Para salir de este problema se deben incentivar la inclusión, tolerancia y pluralidad en el quehacer diarios de los partidos políticos, no sólo cuando hay procesos electorales en puerta.

El ejercicio electoral no sólo se trata de un deber cívico sino de la mayor oportunidad que tenemos para hacer escuchar nuestras necesidades, voluntades y opiniones, así como exigir las mejoras a las que nuestro país tanto aspira. Todas las voces cuentan.

POR AZUL ETCHEVERRY
AETCHEVERRYARANDA@GMAIL.COM 

@AZULETCHEVERRY

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