Desde hace algunos días, un contingente de 300 personas se instaló a las afueras del INE para pedir que se le restituya la candidatura para la gubernatura de Guerrero a Félix Salgado Macedonio. De las 167 candidaturas que el INE retiró el 25 de marzo, él parece ser el único que ha estallado en un berrinche lo suficientemente grande como para involucrar a 300 personas (pagadas o no) en un acto que no atiende a la razón. Raúl Morón tampoco está conforme, pero él no está haciendo la mamarrachada de plantarse a las afueras del INE.
El acto habla volúmenes de lo que es Félix Salgado. Un personaje de moral cuestionable, de dudosa capacidad política y la ahora evidente falta de madurez emocional. Pero lejos de cuestionar sus asuntos personales, por cuestionables que sean, quiero enfocarme en las razones legales que dio el INE para retirar la candidatura a 167 ciudadanos que buscaban ser elegidos por los votantes en las próximas elecciones del 6 de junio.
Todos los procesos electorales federales y locales se rigen por lo que dice la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales (LGIPE). En algunos estados puede variar, pero lo importante, lo central, se concentra en la LGIPE.
El fundamento que el INE tomó para bajar las candidaturas está asentado en el artículo 229, numeral 3 de la LGIPE, donde dice “Si un precandidato incumple la obligación de entregar su informe de ingresos y gastos de precampaña dentro del plazo antes establecido y hubiese obtenido la mayoría de votos en la consulta interna o en la asamblea respectiva, no podrá ser registrado legalmente como candidato”, punto. La redacción es muy clara.
El tema es que tanto Salgado Macedonio, como Morón se quieren ir por la tangente diciendo que ellos nunca fueron nombrados como precandidatos y que no hicieron precampaña. Ellos fueron nombrados por Morena como “Coordinadores estatales para la defensa de la 4T”. Un nombre muy largo para evitar llamarlos precandidatos y, según ellos, poder evitar entregar ese reporte de gastos. Quien sea que les haya asesorado y quien haya aprobado la idea, les hizo un flaco favor.
El artículo 227, numeral 4 de la misma LGIPE dice, “Precandidato es el ciudadano que pretende ser postulado por un partido político como candidato a cargo de elección popular, conforme a esta Ley y a los Estatutos de un partido político, en el proceso de selección interna de candidatos a cargos de elección popular.” De nuevo la ley es muy clara.
En Morena pueden nombrar a sus precandidatos “coordinadores estatales”, “chamanes” o “jinetes de la 4T” como parte de su parafernalia interna. Para efectos legales, cualquiera que exprese su intención de ser postulado como candidato a cualquier cargo de elección popular es un precandidato. Y ese precandidato tiene que entregar un informe de gastos de precampaña. Punto. Puede entregarlo en ceros. El tema es que ni Morón, ni Salgado Macedonio, ni otros 165 precandidatos cumplieron con el requisito.
No es un tema político ni de afectar la democracia como mañosamente intentan sembrar la idea Mario Delgado y Sergio Gutiérrez Luna; es un asunto legal. El INE acata la ley, ellos no pueden interpretarla, ese es trabajo del Tribunal Electoral y justo por eso ambos ya fueron a meter una impugnación que ya fue aceptada. El magistrado Reyes Mondragón será el encargado de revisar y proyectar la sentencia, no hay un tiempo para que la presente, pero se espera que lo haga dentro de los próximos diez días.
¿Qué dice Félix Salgado Macedonio en su impugnación? En las 364 páginas, su punto central es que él le informó a su partido que no haría precampaña, realmente no era necesario. En Morena tienen su proceso de selección por encuestas, pero él demostró interés en ser postulado, se registró ante su partido para ser nombrado como candidato para un cargo en especial. Y eso, señor Salgado, es ser precandidato. Aunque no haya gastado nada durante los tiempos de precampaña, tuvo que haber entregado el informe. Un informe en ceros hubiera bastado, pero no, ni eso.
Ahora, por su error y su arrogancia, tiene a 300 personas plantadas afuera de las oficinas del INE esperando a ver qué pasa con él. No sé si sus simpatizantes lo sepan, pero el INE ya no puede hacer nada. Su plantón tiene cero sentido y no tendrá efecto en las tareas del Instituto Nacional Electoral. Desde que inició la pandemia, el INE tiene capacidades para sesionar a distancia, por donde se vea, el plantón no tiene sentido práctico.
Entonces, ¿es una muestra de músculo político?, para que vean que el señor está dispuesto a llevar su berrinche a donde sea necesario con tal de aparecer en la boleta. Ya dijo que, si las cosas se mantienen como están, es capaz de sabotear la elección al punto de que el INE no tenga de otra más que invalidarla y llamar a una extraordinaria donde, ahora sí, Salgado Macedonio podría competir. Es una estrategia tan ruin, miserable e indigna que es difícil imaginar a alguien llegar a ese extremo. Pero esto es México. Aquí todo puede pasar.