COLABORADORA

Desde el Sur: 200 mil voces de la pandemia

El número habla de lo que somos en tiempos de crisis, de aquel cinismo e irresponsabilidad de las autoridades

OPINIÓN

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Georgina Trujillo/ Colaboradora/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Después de más de un año de que el gobierno federal comenzó el conteo oficial de la cifra de fallecimientos por Covid-19; hoy rebasamos las 200 mil víctimas. Lamentablemente nos hemos acostumbrado a esta realidad y es fácil para muchos olvidar que no se trata sólo de una cifra, sino de vidas humanas.

El número no sólo tiene rostros, también tiene voces; son muchas. Hablan de lo que somos en tiempos de crisis, de la extrañeza del momento que nos tocó vivir. También de aquel cinismo e irresponsabilidad de las autoridades, supuestamente encargadas de velar por la salud de los ciudadanos.

Los fallecidos tienen voces que nos recuerdan los mensajes confusos, las contradicciones y el liderazgo que nos llevó a un panorama que ni el presidente ni sus subordinados, en sus peores pronósticos, esperaban.

Oficialmente 200 mil, pero todos sabemos que son muchos, muchos más. Tanta pérdida nos cambia. De acuerdo al ranking de la felicidad de Gallup, los mexicanos hoy somos menos felices. Para muchas familias hay un antes y un después. No sólo es el aspecto de que muchos padres, madres, hermanos y amigos dejaron de existir en la vida de muchos de nosotros. Se trata también del distanciamiento de quienes aún están y queremos.

Las comidas familiares se redujeron drásticamente de número, la vida pública, los eventos de todo tipo; desde las bodas hasta los funerales, todos cambiaron su forma, con ello nuestra forma de celebrar y de guardar luto.

Cambió la manera de relacionarnos, hoy en día es impensable saludar de apretón de manos y con un simple choque de puños basta. El gel antibacterial forma parte del inventario de cualquier bolso de mano y nuestras sonrisas se esconden detrás de cubrebocas de todo tipo. Les hicimos tramas de colores y texturas porque de alguna manera nuestra mexicanidad tiene que expresarse.

Con la convivencia, también nuestras herramientas para comunicarnos. La economía también cambió y con ello la seguridad laboral de muchos. El e-commerce se aceleró y continúa sustituyendo modelos de negocio. Muchos dicen que el teletrabajo llegó para quedarse, con todas sus ventajas y desventajas. Nuestro mundo es ahora más digital.

Sin embargo, nuestras comunidades virtuales no reparan nuestras ansiedades. La soledad y el aislamiento exacerba los trastornos personales. De repente nos encontramos en la urgente necesidad de políticas públicas que atiendan personas en estado de depresión y en ambientes de violencia doméstica. Para esto, como para muchas cosas, nuestras autoridades aún no tienen respuestas.

Pero no todo es malo. Donde la soledad exacerba los vicios, también estimula las preguntas y la búsqueda de esencia. La destrucción de nuestras aspiraciones y proyectos debido a un virus diminuto, nos obliga a reflexionar en lo que realmente debemos construir: aquello verdaderamente importante.

La pregunta es si esta pandemia dejará un aprendizaje particular duradero que se traduzca en una nueva conciencia colectiva: una clara visión de la sociedad que debemos edificar y el tipo de liderazgo que esa sociedad merece.

De otra forma, sólo nos queda seguir nuestro descenso por la espiral cuya fuerza centrífuga nos arroja a los extremos donde no hay punto común para el diálogo; y con ello, dejar que el país y su complejo entramado social se nos termine diluyendo entre las manos.

POR GINA TRUJILLO
COLABORADORA
@GINATRUJILLOZ

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