TODOS SOMOS MÉXICO

Contra toda discriminación

En México los indígenas son quienes más padecen arrinconamiento y penurias, y tienen más carencias y menos oportunidades

OPINIÓN

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Mauricio Farah / Todos Somos México / Columna InvitadaCréditos: Especial

"Nadie nace odiando a otra persona
por el color de su piel o su origen o su religión.”
Nelson Mandela

El racismo parte de un supuesto vacío: la existencia de una raza pura y superior. De estas dos fuentes deriva toda su carga discursiva y destructiva: la pureza de la sangre y la supremacía resultante.

Es esta creencia ciega en la propia superioridad el sostén de la discriminación racial y de sus crímenes y abusos.

No se trata de autoengañarse o ilusionarse con fines de autocomplacencia sino de convertir la presunta superioridad en privilegio. Porque con esa lógica, quienes se dicen superiores tienen derecho a someter, perseguir, esclavizar, asesinar, sacrificar, exterminar, atormentar, humillar, a los otros, a aquellos que por definición están en los últimos lugares de la imaginaria escala jerárquica.

Por esta convicción o invención supremacista, las potencias de todos los tiempos sometieron a pueblos enteros, los usaron y explotaron, y sólo aceptaron su liberación cuando no pudieron evitarla.

Por este privilegio autoasignado, los nuevos americanos consumaron la cinematográficamente llamada “conquista del oeste” hasta casi extinguir a los nativos; los nazis asesinaron a millones de judíos en pos de su exterminio; y la minoría blanca sudafricana impuso el apartheid para mantener a la mayoría negra alejada de derechos y subordinada.

Por esta persistente tendencia a la discriminación, en Estados Unidos la tasa de encarcelamiento es seis veces mayor en negros que en blancos, y los afroamericanos tienen el doble de probabilidades de vivir en pobreza y de morir en enfrentamientos contra la policía que los caucásicos.

En cuanto a nosotros, también hemos acumulado visión y sentimientos racistas. Por eso en México los indígenas son quienes más padecen arrinconamiento y penurias, y tienen más carencias y menos oportunidades. Pero también, como en otras partes del mundo, aquí se discrimina, en diversos grados y formas, a mujeres, a migrantes sin documentos, a los pobres, a personas de la tercera edad y a quienes tienen alguna discapacidad, entre otros grupos y personas.

Eliminar la discriminación, como se lo propone la ONU al mundo cada 21 de marzo, es indispensable porque todos los días y en todas partes nos acechan sus muchos rostros y efectos: la discriminación margina, aparta, excluye, segrega, expulsa, descarta, persigue, rechaza, repudia, desarticula, encarcela, asesina.

La discriminación también divide. Y en tiempos de polarización sabemos que nada hace tanto daño como asumirnos divididos, frente a frente, como si formáramos parte de bandos opuestos, como si no compartiéramos pasado y presente, y como si no tuviéramos todas y todos, en nuestras manos, la construcción de un destino común.

 

POR MAURICIO FARAH
SECRETARIO GENERAL DE SERVICIOS ADMINISTRATIVOS DEL SENADO Y
ESPECIALISTA EN DERECHOS HUMANOS
MAURICIOFARAG@HOTMAIL.COM
@MFARAHG

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