COLUMNA INVITADA

El sueño de un nuevo humanismo político

n tiempos de máximo realismo político, un nuevo pensamiento necesita emerger en el seno del PAN y de los partidos demócrata-cristianos

OPINIÓN

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Rodrigo Guerra López / Colaborador/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La expresión “humanismo político” ha caracterizado por décadas el pensamiento de los partidos demócrata-cristianos y de centro. En México, el PAN pretende ser el instituto que encarna esta propuesta.

Muchos han rastreado la historia de su pensamiento, y se ha vuelto un lugar común afirmar que este posee una veta liberal y otra inspirada en la Doctrina Social Cristiana (DSC). El liberalismo que se aduce es el de Gómez Morín, es decir, un liberalismo muy matizado que tal vez hoy habría que calificar con adjetivos como “social”, “humanista” y antiilustrado. Así mismo, la DSC de la que se suele hablar es la forma cómo algunos en el partido blanquiazul llegaron a interpretar esta síntesis de pensamiento en su formulación anterior a 1978.

Es un hecho que el liberalismo en la actualidad está sumamente diversificado y en proceso de reformulación crítica. Salvo unos pocos fundamentalistas que divulgan versiones light en videos y charlitas apologéticas, la mayoría de los grandes pensadores liberales de nuestro tiempo se encuentran buscando reformulaciones creativas. En la actualidad, para ser un auténtico liberal —de cualquier subespecie—hay que haber estudiado mínimamente a Locke, Popper, Hayek, Friedman, Röpke y Rawls. Posteriormente, habrá que visitar a autores más contemporáneos en los que descubriremos fuertes autocuestionamientos, por ejemplo, a través de las obras de Nussbaum, Sen y Fukuyama. Y aquí emerge la pregunta: ¿en el PAN se ha asimilado ya la crisis del liberalismo y la necesidad de reformularlo con mayor sentido social, con solidaridad radical y menos pensamiento iluminista?

En el terreno del pensamiento social-cristiano, me parece que el PAN no logró asimilar las categorías-clave introducidas por Juan Pablo II. Conceptos como “gramática de la acción”, “hipoteca social”, “opción por los pobres”, “uni-dualidad relacional”, aún resultan ajenos al lenguaje panista convencional.

Lo mismo sucedió con Benedicto XVI, por ejemplo, cuando piensa la posibilidad de un conjunto de autoridades políticas que permitan la gobernanza global. Y el papa Francisco no es la excepción. Habiendo aprendido de Guardini, de Fessard y del querido Scannone, a pensar las tensiones y oposiciones que marcan la realidad del pueblo, ha logrado enriquecer la DSC enormemente: el tiempo es superior al espacio, la realidad tiene primacía sobre la idea, la fraternidad es método de acción política, lo popular es distinto al populismo, etc.

En tiempos de coaliciones y máximo realismo político, en momentos en que es preciso ampliar el centro democrático y acotar a los extremistas de izquierda y de derecha que buscan descarrilar los procesos, urge un “nuevo humanismo político”. No tanto marcado por modas o por ocurrencias, sino por las exigencias objetivas de la dignidad de la persona humana. Tengo la impresión de que mucha gente que simpatiza con el PAN detecta esta necesidad, aunque no la exprese. En el fondo, cada generación de humanistas políticos requiere actualizar su pensamiento, no para claudicar en lo esencial, sino para hacer resurgir, en el nuevo contexto, sus valores más identitarios. Sólo así, con fidelidad creativa, es posible construir una vía razonable y responsable para transitar hacia una sociedad más justa, democrática y pacífica.

POR RODRIGO GUERRA
PROFESOR-INVESTIGADOR DEL CENTRO DE INVESTIGACIÓN SOCIAL AVANZADA (CISAV)
RODRIGO.GUERRA@CISAV.ORG

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