COLUMNA INVITADA

La Cumbre por la Democracia: claroscuros sobre la crisis actual

El presidente Joe Biden ha convocado a una “Cumbre por la Democracia”, que inicia hoy y acaba mañana, a la que está invitado México junto con decenas de países

OPINIÓN

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Claudia Ruiz Massieu / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La gran división política de nuestra era ya no es entre capitalismo y socialismo; ni siquiera entre esas abstracciones, cada vez más inasibles, de “izquierdas” y “derechas”. En el siglo XXI, la batalla global, que marcará el rumbo de la humanidad a largo plazo, es entre las democracias liberales incluyentes y los populismos autoritarios, nativistas y excluyentes. 

Recientemente, la prestigiosa revista The Atlantic puso nuevamente este debate en el centro, con el extraordinario artículo “Los chicos malos están ganando” de Anne Applebaum. En buena medida, el resultado de esta lucha dependerá de las elecciones de 2024 en Estados Unidos, donde existe la posibilidad de que regrese el populismo en la principal potencia mundial, y con ello se fortalezcan y avancen estas alternativas en otros países (recomiendo los textos “Nuestra crisis constitucional ya está aquí”, de Robert Kagan, y “El próximo golpe de Trump ya empezó”, de Barton Gellman”). 

En este contexto, el presidente Joe Biden ha convocado a una “Cumbre por la Democracia”, que inicia hoy y acaba mañana, a la que está invitado México junto con decenas de países, entre los que, notablemente, están excluidos China y Rusia, que representan modelos no liberales de organización política y social. Esta iniciativa construye a partir de otros proyectos, como la reciente firma de la nueva “Carta Atlántica” entre EE.UU. y Reino Unido –una actualización de la Carta original, signada por Winston Churchill y Franklin Roosevelt en el contexto de la guerra contra los fascismos europeos. 

Ahora, la Cumbre tiene lugar en un momento de altas tensiones entre el proyecto estadounidense y la fuerte influencia de regímenes como el de China y Rusia. Desde hace algunas décadas, la sombra de la autocracia se ha alargado en todo el mundo. Hoy en día la gran división política parece ser menos fuerte en torno al eje derecha-izquierda que con respecto al eje democracias liberales-autocracias. La defensa del pluralismo, la libertad, la garantía de los derechos es no sólo una cuestión de valores, es una cuestión de convicción: no hay libertad donde imperan los nativismos, la exclusión, la restricción de las distintas expresiones políticas. 

No vale la ingenuidad con respecto a lo posible y lo probable en la Cumbre. Es buen indicio que se retome el liderazgo, en retroceso durante administración del expresidente Trump, por abanderar los valores del orden liberal. Sin embargo, el formato de la Cumbre hace poco probable lograr compromisos de largo alcance; además, vuelve imposible ampliar conversaciones con los líderes presentes. No es menor, tampoco, que los invitados (y los excluidos) den cuenta de los intereses de EE.UU., lo cual puede desincentivar a algunos países de tomar una postura más clara en sus declaraciones, por miedo a represalias o conflictos diplomáticos.  

Hace unos años, el Atlantic Council reunió a un amplio y diverso grupo de expresidentes, primeros ministros, cancilleres, secretarios, líderes empresariales y expertos para elaborar una Declaración de Principios para la Libertad, Prosperidad y Paz. Tuve la fortuna de colaborar en mi calidad de excanciller de México. Ahí, suscribimos que la libertad y la justicia, la democracia y autodeterminación, la paz y la seguridad, la libertad de mercado e igualdad de oportunidades, un planeta sano, el derecho a la asistencia y la acción colectiva eran los principios que, fuera de toda diferencia, debían guiar a toda democracia. Entonces como ahora esas son las premisas, esos son los retos.

POR CLAUDIA RUÍZ MASSIEU
SENADORA DE LA REPÚBLICA

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