ARTE Y CONTEXTO

La Marisoul, la patria nuestra y mis regalos de navidad Parte 1

Ayer recibí en forma de recomendación musical uno de los dos regalos de navidad que me han dado hasta hoy

OPINIÓN

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Julen Ladrón de Guevara / Arte y Contexto / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Ayer recibí en forma de recomendación musical uno de los dos regalos de navidad que me han dado hasta hoy. El primero de ellos fue la llegada de mi adorado amigo Armando, que vive en Canadá desde hace algunos años.  Ahora tiene un trabajo de ensueño porque es el responsable de pilotar los drones que el gobierno dispuso para vigilar la tala de árboles, el uso correcto de las aguas, el metabolismo de los proyectos ecológicos y todo lo necesario para observar desde el aire, el desempeño de la civilización en relación con la naturaleza quebequense.

Ese trabajo lo obtuvo de manera natural porque es un experto en leer cartas de vuelo y en diseñar rutas seguras porque lleva horas de vuelo en ala delta y parapente, además de escalar las paredes de muchas montañas y hacer caminatas largas por toda superficie escarpada o peligrosa que se le ponga enfrente. 

De manera obvia, era el indicado para el puesto de piloto de drones porque había que tener conocimiento previo y habilidades especiales para lo antes descrito. En México ese puesto ni siquiera existe, y los expertos en drones que trabajan con una buena paga para cuidar de las cosechas, seguramente se encuentran entre las filas del narco porque al parecer, son de los pocos empresarios que tienen el capital y la visión de invertir en la calidad de sus cosechas.

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Aquí, los de Armando parecen cuentos de ciencia ficción escritos por un grupo de optimistas que se reúnen a fumar mota mientras cantan en la fogata. En fin; mi amigo vive en Canadá y por eso tiene la curiosidad del expatriado con nostalgia que extraña a su país, pero que ni loco regresaría por las condiciones en que lo encuentra cada diciembre que nos viene a visitar.

Su regreso fue un gran regalo esta vez; en dos años no pudimos verlo por la maldita pandemia, pero el tiempo es tan generoso que al transcurrir termina reuniendo a las personas que se aman, acortando las horas de angustia padecida por la ausencia de ese aquel que nos importa. 

Las novedades ofrecidas por su mirada siempre son bien recibidas, como la música de La Mariosoul, que descubrí por él apenas ayer y que es mi segundo regalo de navidad. Ella es una cantante mexicana nacida hace 41 años en el corazón de Los Ángeles, California, en el seno de una familia un tanto conservadora. Su madre era una cantante aficionada a quien le gustaba la cumbia y su padre, un vendedor de artesanías.

Ambos se conocieron en la La Placita Olvera, que es donde comenzó la edificación de la ciudad angelina y que es el punto de encuentro más importante para las reuniones y festejos de la comunidad latina. Hoy en día La Marosoul lidera el grupo La Santa Cecilia, que retoma ritmos latinos, el bossa nova, los boleros, el soul, la cultura mexicana y también la norteamericana.

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Ganadora del Grammy al mejor álbum de rock latino, urbano o alternativo en 2014, rebelde con causa, artista increíble y representante del México transfronterizo, esta mujer poseedora de una dignidad artística apabullante, es la representante de la sangre dividida por el Río Bravo que se niega a desapegarse de su herencia latina y que tenemos la obligación de conocer.

Ella representa el futuro (nuestro presente) de un pasado que fue incierto alguna vez y cuyo resultado es la cristalización del éxito emanado del esfuerzo y del amor a una patria que a veces desdeña a los hijos que obligó a partir para buscar una vida mejor. Por eso, conocerla me parece un gran regalo de navidad, así que la semana entrante les platico más, para que vean cuánto nos conviene aprender de nosotros mismos a través de artistas como La Marisoul.

POR JULÉN LADRÓN DE GUEVARA
CICLORAMA@HERALDODEMEXICO.COM.MX
@JULENLDG

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