La próxima reunión de los Jefes de Estado y de gobierno de los países de Norteamérica será una reafirmación del compromiso de México, Canadá y Estados Unidos con un pacto que los lleva hacia una integración económica, pero también un foro para sus quejas y preocupaciones.
En ese sentido, será menos importante por los posibles resultados, si los hubiera, que por los entendimientos que sería deseable, y se espera, se produzcan.
El encuentro, se ha dicho ya hasta la saciedad, es el primero desde 2017 y el primero entre los presidentes Andrés Manuel López Obrador, de México; Joe Biden, de Estados Unidos; y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, y por tanto tendrá al menos dos dimensiones: las bilaterales y la general.
A nivel regional y del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC o USMCA, por sus siglas en inglés), hay realismo sobre la importancia y la inevitabilidad de la creciente interrelación comercial, política y de seguridad entre los tres países.
En ese sentido, hay también el creciente entendimiento de que ya no se puede hablar de crisis limitadas a uno de los tres socios del T-MEC, sino de los niveles de impacto sobre los otros dos. Pero también de que hay enormes posibilidades en la integración de economías y cadenas de producción confiables.
Uno de los temas en la agenda es la pandemia de COVID-19, que reflejó en los desniveles en la vacunación preventiva entre los tres países, y en el cierre de fronteras terrestres estadounidenses hasta el 8 de noviembre último.
Igualmente, tanto México como Canadá consideran que las modificaciones introducidas en el T-MEC, particularmente en la industria automotriz, operan en su desventaja y de hecho la propia Representación Comercial Estadounidense (USTR) indica que su efecto buscado sería el incremento de inversión, producción y consumo de autopartes en Estados Unidos.
La geopolítica es en ese sentido un argumento importante. Los tres países están irreversiblemente atados por la geografía. Su seguridad y su bienestar dependen del otro mucho más de lo que los gobiernos están dispuestos a aceptar públicamente.
El analista George Friedman, de Geopolitical Futures, subrayó recientemente que "Estados Unidos es una potencia global dominante porque su patria está a salvo de ataques. Su nación es segura porque Canadá y México la aseguran".
Para Friedman, EEUU no ha comprendido que sus vecinos "tienen opciones, y que están lejos de ejercerlas" y, por tanto, significa que su trato con ellos "está determinado por los intereses pasajeros de Estados Unidos".
Desde un punto de vista geopolítico, agregó, "esto es comprensible: el poder borra la vulnerabilidad. Desde el punto de vista de las políticas e ignora la realidad".
Hay otros temas de colaboración que deberán ser revisados también a nivel bilateral y tienen por tanto el potencial de diferendos, como migración, energía, medio ambiente y crimen transnacional.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS.
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