LÍNEA DIRECTA

Otra vez el PRI

El Revolucionario Institucional entraría en un proceso de incorporación al nuevo corporativismo de Morena y terminaría por diluirse dentro de él

OPINIÓN

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Ezra Shabot / Línea Directa / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La transición democrática mexicana se basó fundamentalmente en la necesidad de desarticular al Partido Revolucionario Institucional (PRI) como partido de Estado, y permitir así la construcción de un régimen sustentado en el respeto a la ley, la pluralidad y la alternancia política.

Pero la historia se mueve por caminos sinuosos. La alternancia en el gobierno con los panistas mantuvo vivo al aparato priista a través de los gobernadores y otras instituciones propias del modelo hegemónico. El retorno del Revolucionario Institucional al poder a través de Enrique Peña Nieto no sólo no significó la reconstrucción del viejo modelo, sino que terminó por destruir los cimientos del priismo corporativo.

Sin gobernadores, ni sindicatos capaces de movilizar o presionar, el priismo se convirtió en un factor marginal en el juego de poder. Pero la suerte les permitió regresar a la primera fila de la política nacional. Al obtener 71 diputados en la elección de junio pasado, y como parte de la alianza PAN-PRI-PRD, los tricolores revivieron como partido bisagra necesario para bloquear a Morena y sus aliados en las reformas constitucionales o, por el contrario, dar el vuelco hacia Morena y servir como tapete caro a las intenciones del presidente Andrés Manuel López Obrador de regresar a México a la década de los 70 del siglo pasado.

La dirigencia priista, en manos de Alejandro Moreno, ha apostado a ambos lados del espectro político nacional. Sabe muy bien que apoyar a López Obrador en su propuesta de Reforma Eléctrica lo sacaría del frente opositor, y generaría a su vez una ruptura con los senadores priistas cuya subordinación al partido es prácticamente inexistente. En esta decisión de alinearse o no con el gobierno en torno al tema eléctrico, el Partido Revolucionario Institucional se juega su pequeño pero valioso capital político.

Si finalmente Alito decide ir con Morena, la posibilidad de constituir una candidatura opositora común a la Presidencia de la República quedaría desechada.

El PRI entraría en un proceso de incorporación al nuevo corporativismo de Morena y terminaría por diluirse dentro de él. La tesis según la cual la democracia mexicana pasaba por la desaparición del Revolucionario Institucional, vuelve a demostrarnos que la historia no corre de forma lineal, sino a través de caminos sinuosos. Era imposible pensar que un PRI destruido sirviese de base para la reconstrucción de un nuevo modelo de corporativismo y autoritarismo fuertemente centralizado.

Hacia ese camino nos dirigimos, a menos que dentro del partido tricolor se tome la decisión de impedir la Reforma Eléctrica, enviando un mensaje claro de que su futuro está en la apuesta de una democracia liberal y plural, y no en la reedición de lo que fue el partido de Estado durante el siglo pasado.

POR EZRA SHABOT
EZSHABOT@YAHOO.COM.MX
@EZSHABOT

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