COLUMNA INVITADA

Cuando la ciencia se interesó por lo anormal

En el México del siglo diecinueve, el pensamiento positivo fue clave en la formación del país y la instauración de las ciencias mediante diversas instituciones

OPINIÓN

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Ignacio Anaya Minjarez / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

En el México del siglo diecinueve, el pensamiento positivo fue clave en la formación del país y la instauración de las ciencias mediante diversas instituciones. Varios campos comenzaron a desarrollarse durante este periodo… No obstante, hubo un grupo de científicos que se interesaron por aquellos temas anormales. Médicos y naturalistas que estudiaban a personas y animales malformados.

Pensar en la ciencia es adentrarse en un mundo donde reina la búsqueda por las respuestas de distintas interrogantes a partir de una metodología. Su sentido ha cambiado a lo largo de la historia hasta llegar a ser cómo la concebimos actualmente, por más complicado que sea tratar de generalizar toda una rama de conocimientos en una sola palabra. Dentro de ella predomina la idea popular de que es una dadora de la verdad para quienes la consultan y realizan. Eso ha provocado que también se utilice para cuestionar, o de plano refutar, algunas supersticiones, concepciones o pensamientos considerados ajenos al ámbito científico, como es el caso de lo paranormal.

En el México de la segunda mitad del siglo diecinueve, el pensamiento positivo fue clave en la formación del país y la instauración de las ciencias mediante diversas instituciones. Varias disciplinas comenzaron a desarrollarse durante este periodo, por ejemplo, la introducción de la antisepsia en el saber médico mexicano. Otro caso fue la famosa Comisión Astronómica Mexicana que viajó a Japón en 1874, observando el paso del planeta Venus.

La ciencia encontró un espacio de apertura en nuestro país.

No obstante, hubo un grupo de científicos que se interesaron por aquellos temas anormales. Médicos y naturalistas que estudiaban a personas y animales malformados. De esta manera llegó a México la teratología, disciplina dedicada actualmente a estudiar los defectos congénitos; pero que en esos tiempos se entendía como la ciencia relacionada con las anomalías y los monstruos.

Ella atrapó el interés de varios científicos mexicanos, quienes publicaron una gran cantidad de artículos y escritos respecto al tema. Incluso el Museo Nacional de México contaba con un catálogo de anomalías, en el cual, según narra la historiadora Frida Gorbach en su libro El monstruo, objeto imposible. Un estudio sobre la teratología mexicana, aparecían seres como borregos de dos cabezas, enanos y gigantes. Cabe mencionar que, durante este periodo, paralelamente, se está dando un auge comercial de los circos de fenómenos en Estados Unidos y Europa, así como una gran cantidad de noticias sobre los anormales.

Lo desconocido también generaba dinero, cosa de la que tampoco quedaron exentos los practicantes de la teratología, pues, eran conscientes de la riqueza y popularidad que podían generar esos seres. Sin embargo, la ciencia lo intentó abordar desde el mundo de la objetividad, con catalogaciones, imágenes y descripciones. Tarea difícil para aquellos hombres de ciencia, ya que lo anormal terminaba rompiendo con los marcos ya establecidos del conocimiento científico, y los obligaba a formular nuevas teorías para darle sentido a lo que estaban observando. Esos monstruos fueron el puente entre la ciencia y la fantasía.

POR IGNACIO ANAYA MINJAREZ

@IGNACIOANAY

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