LÍNEA DIRECTA

Pleito

Todo ello con la finalidad específica de no tener que debatir a profundidad sobre los graves problemas que aquejan al país en su conjunto

OPINIÓN

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Ezra Shabot / Línea Directa / Opinión El Heraldo de México Créditos: Especial

Se supone que en política los tiempos de campaña electoral son aquellos en donde no es posible llegar a acuerdos entre grupos opositores, porque es precisamente el momento cuando la descalificación y el contraste de posturas son fundamentales para obtener el voto y derrotar así al rival. Después de ello vendría el espacio de los acuerdos, de las negociaciones e incluso de una oposición que, cuestionando al gobierno, buscara obtener de él ciertas concesiones y así encontrar sea la mitad del camino.

         No es lo que vivimos en el México de la 4T, donde el pleito permanente es la forma de gobernar, de humillar y demostrar que la mayoría está no únicamente para hacer valer su legítima voluntad, sino para aplastar al contrario y convertirlo en un enemigo a destruir en su totalidad. Insisto en recuperar la frase del pensador liberal argentino Juan Bautista Alberdi cuando dice: “Es un déspota todo aquel que cree que ser opositor al gobierno es ser traidor a la patria”.

         La estrategia mañanera de pelearse con todo mundo por parte de AMLO obedece a esa necesidad de gobernar a través del conflicto permanente, eligiendo cuidadosamente a su víctima en turno. Periodistas, científicos, empresarios, ex- presidentes, son objeto de escarnio desde la cúpula del poder. Todo ello con la finalidad específica de no tener que debatir a profundidad sobre los graves problemas que aquejan al país en su conjunto.

         Sólo que en esta ocasión parece haber errado el objetivo. Descalificar a la UNAM por “neoliberal y derechista”, ha provocado un alud de apoyos a la institución desde distintos sectores de la sociedad. El estudiantado de la UNAM, junto con un amplio grupo de miembros del personal académico, se sumaron a su campaña desde 2006 y hasta el 2018, para después caer en una desilusión propia de aquellos que quisieron ver la salvación del país donde nunca la hubo.       Hoy la 4T y el Presidente, con el argumento de “devolverle la universidad al pueblo”, pretenden conectar a la institución a los proyectos político –ideológicos del gobierno en turno, y sustituir al Rector Enrique Graue por alguien afín a su movimiento.

         No se trata de analizar los cambios que la UNAM requiere. Se trata de reventar a la institución desde el poder del presupuesto para de esa manera convertirla en otra dependencia más de la SEP, o de plano incorporarla a un programa educativo del nacionalismo revolucionario en su versión morenista.

         Pero para ello requerirían un embate de altos vuelos, cuyo resultado les sería notoriamente contraproducente dadas las enormes resistencias para evitar desaparecer a la UNAM como lo que es hoy. Plural, contradictoria, pero indispensable.

POR EZRA SHABOT
EZSHABOT@YAHOO.COM.MX
@EZSHABOT

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