El asesinato de turistas en Tulum el jueves 21 de octubre, en la plenitud de un bar de copas donde fue a refugiarse un narcomenudista que estaba siendo perseguido por sicarios, es probablemente el punto de fuga por el que el turismo internacional que llega a México tendrá su mayor riesgo este año: desfondarse.
Ya lo preveía desde su campaña Marciano Dzul Caamal, el nuevo presidente municipal morenista, con poco más de tres semanas en el cargo: era urgente tener un cuartel permanente de la Guardia Nacional; contratar decenas de más policías; comprar patrullas; establecer casetas de vigilancia. Pero el tiempo no le alcanzó.
Un día antes de la tragedia en la que balacearon a la influencer india Anjali Ryot —quien celebraba su cumpleaños ahí—, La Jornada Maya reportó que, a su llegada al municipio “Dzul Caamal detectó policías a disposición de exfuncionarios, sólo dos patrullas para apoyar a 160 gendarmes y decenas de casetas de policía descuidadas en la vía pública”. Si esto es efectivamente así, estamos ante un estado fallido en la zona.
Es altamente previsible que Tulum salga de las listas que le colocan entre las mejores 20 playas del mundo para vacacionar. Si un destino está manchado de sangre para turistas europeos o norteamericanos, y si el riesgo de morir en la vacación es real y comprobado, el abandono es veloz. Véase lo ocurrido en Acapulco; pero ahora la potenciación de las redes sociales hace más violento el desfonde del flujo turístico con episodios mundialmente notorios. El propio Miguel Torruco, secretario de Turismo, señaló que “estos hechos dañan severamente la imagen de ese destino”.
Estamos a pocas semanas de que el Tianguis Turístico de Mérida se lleve a cabo en noviembre. El gobierno local y el federal deberán hacer malabares para que la tragedia de Tulum no se convierta en el “elefante dentro de la habitación”, mientas los mayoristas negocian paquetes y ofertas para 2022 durante ese evento. Torruco había proyectado que este año nuestro país terminará habiendo recibido 28.4 millones de turistas.
Pero tras los asesinatos de turistas, sería deseable medir el impacto que tendrán en esta proyección los hechos del jueves en Tulum, sobre todo si los cuerpos de seguridad tardarán en actuar, cosa previsible, porque el propio presidente municipal Caamal aseguró la semana pasada que aún debe esperar los “tiempos de licitación” para poder adquirir diez patrullas.
A eso hay que sumar que decenas de policías municipales renunciaron en desbandada a sus puestos con el cambio de gobierno y que, créase o no, según fuentes enteradas de la situación en la región, la instrucción a los elementos de la Guardia Nacional que están en la zona es que no se metan para nada con el aeropuerto, que es el nodo central de operación del crimen organizado ahí.
POR CARLOS MOTA
WHATSAPP 56-1164-9060
PAL