La Cámara de Diputados y el Senado tienen mucho que analizar. Que se les prenda el foco. De aprobarse la reforma constitucional en materia de energía eléctrica del Presidente AMLO, el Estado mexicano recuperaría el control de este sector estratégico para el desarrollo. Se establecerían las bases para que el precio de la energía eléctrica estuviera por debajo de la inflación, se robustecería la cobertura, sería un buen negocio para la iniciativa privada y se avanzaría hacia energías limpias.
La modificación de los artículos 25, 27 y 28 constitucionales regresarían a la Nación el control del sector eléctrico. No se trataría de una vuelta al pasado, sino de la rectificación a un modelo de negocios que fracasó, pondría un alto a los abusos de un grupo de empresas y sería una muestra de soberanía. Desde 2014, no sólo AMLO, sino el conjunto de fuerzas de izquierda, progresistas y nacionalistas se comprometieron a restituirle a la Nación su patrimonio energético. Si este objetivo se logra en esta legislatura sería bueno; si no, seguiría como una bandera de lucha.
La propuesta del Presidente no se limita a que los OXXOs paguen lo justo. De aprobarse, con los ajustes a las leyes secundarias, la totalidad de la población contaría con energía eléctrica a precios menores a la inflación, porque sería la CFE la que, como un organismo del Estado, regularía los precios y no las empresas que especulan con la electricidad. La electricidad no sólo es un producto, sino un bien que no puede dejarse a las fuerzas salvajes del mercado.
Con la reforma, la iniciativa privada tiene las puertas abiertas para hacer buenos negocios. Hablamos de ganancias justas, normadas y transparentes, no privilegios que benefician sólo a unas cuantas empresas. En España, donde el debate está que arde por los altos precios en la electricidad, dicen que nada se pierde si el director de Iberdrola gana ocho y no doce millones de euros al año, pero para un ingreso de mil euros al mes (24 mil pesos, que es mucho más que el ingreso mexicano promedio), el pago de la cuenta de electricidad puede llegar a un 15 % de su ingreso mensual.
Avanzaríamos en la utilización de energías limpias. Por supuesto que la energía eólica y fotovoltaica son ecológicas y en apariencia baratas, pero no son suficientes para satisfacer la demanda, por lo cual se requiere de otras fuentes. La energía limpia más barata es la hidroeléctrica, que pertenece a la CFE , pero el problema es que es una de las últimas en utilizarse. Con la reforma sería la primera en entrar al sistema, después la nuclear y la de gas, también de la CFE; le seguirían los privados, que tienen una capacidad limitada. Así las cosas, la última en utilizarse sería el carbón.
POR ONEL ORTIZ FRAGOSO
ANALISTA POLÍTICO Y ASESOR PARLAMENTARIO
@ONELORTIZ
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