Poco a poco las escuelas del país —y del mundo—, se adaptan al obligado sistema híbrido de aprendizaje, implementado desde este ciclo escolar y que consiste en que una parte de los estudiantes asista a las escuelas para tomar clases presenciales, mientras que el resto las sigue desde casa.
Ha sido un trabajo arduo de la comunidad educativa, ha puesto a prueba a las escuelas, sus directores, maestros, padres, madres y alumnado. Lograron sortear la implementación y adecuación de salones, no sólo por la parte tecnológica, también para brindar seguridad a la comunidad, salvaguardando su salud. Ahora, vienen dos de los retos más difíciles: regularizar a los estudiantes en los aprendizajes perdidos y encontrar la nueva y mejor forma de socializar.
La parte del ciclo escolar 2020-2021 que se tomó desde casa, derivado de la pandemia por COVID-19, desfasó a las niñas, niños y adolescentes (NNA) en la cantidad de conocimientos adquiridos y en su desarrollo social.
Profesores de diferentes escuelas hablan sobre un nuevo fenómeno que han notado desde que regresaron a las clases presenciales, y es que los alumnos que, por ejemplo, pasaron de sexto a primero de secundaria, socialmente no fueron los “grandes” de la primaria, lo que los está afectando para su convivencia ahora en el nivel secundaria.
“Se siguen sintiendo ‘los chiquitos’, les faltó tener ese momento en el que toman el control de la escuela y les llega esa madurez en su desarrollo y convivencia; entonces estos niños no tuvieron eso y les está costando la adaptación”, comenta la maestra en comunicación por la Universidad Iberoamericana, Elizabeth Fuentes.
A esto, apunta, se le mezcla la falta de aprendizajes adquiridos, pues las clases en línea no lograron transmitir los conocimientos que los estudiantes debieron recibir en los años que les corresponde. “Muchos de los alumnos se están enfrentando a conceptos desconocidos en cuanto a las materias que tenían y las que ahora están tomando, así como a ciertos procesos como matemáticas, primordialmente, en el que están pasando a operaciones más complejas cuando apenas estaban comenzando a multiplicar, por decir algo”, añade.
Entonces, el desafío educativo se pone cada vez más grande, no es sólo la implementación de estándares de salud e higiene, tecnología, nuevas formas de enseñanza o adecuación de instalaciones, ahora también está el reto de la convivencia y la regularización de los estudiantes. Y porque esta es una situación inminente, la especialista explica que es necesario ser pacientes con los estudiantes más pequeños, pues son los que vieron truncado este momento de socialización que es primordial en el desarrollo humano de cada individuo y que es atravesado por las cuestiones de enseñanza-aprendizaje.
La comunidad educativa, hablando desde la organización de cada escuela, así como de los mismos alumnos, debe entender que sólo unidos se logrará salir de esto. La convivencia dentro de las escuelas es necesaria para los NNA, limitarlos, hará que su proceso educativo se afecte severamente.
POR KARINA ÁLVAREZ
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