Malos modos

Una buena biografía de Maradona

En México, donde algo entendemos del asunto, sabemos que hay, grosso modo, dos tipos de ídolos

Una buena biografía de Maradona
Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

En México, donde algo entendemos del asunto, sabemos que hay, grosso modo, dos tipos de ídolos. Unos nacen en la pobreza, remontan el vuelo y se instalan definitivamente entre las fuerzas del bien. Son los ídolos esforzados, modélicos, que encuentran a su mejores representantes en el Ratón Macías y tal vez en el Santo.

Otros, los más, con el extraordinario Púas Olivares a la cabeza, nacen asimismo en la miseria y remontan igualmente el vuelo, pero viven una vida de subidas y bajadas, siempre jalonados por el lado oscuro. Evidentemente, a esta categoría pertenece Maradona, que acaba de merecer una nueva biografía, llena de virtudes. El nombre es Mi Diego, el autor Alejandro Duchini. Duchini es reportero y se le nota.

Lo mejor de esta biografía es justamente la notable cantidad de testimonios recogidos en un libro por otra parte muy bien contado, testimonios que nos permiten ver a un Maradona más íntimo, más en primer plano, desde sus primeros días como jugador, casi un niño, a punto de saltar a la primera división argentina, hasta la decadencia muy, pero muy larga que lo acompañó a su muerte, una decadencia precoz: ya en sus días en Boca eran conocidas sus escaramuzas nocturnas, y tan pronto como en su desafortunado paso por el Barça empezó su matrimonio con las drogas. Inteligente, con razón, Duchini no lo grita a los vientos pero lo deja ver: Maradona fue hostilizado por la FIFA y los medios con un moralismo que simplemente no debería padecer ningún adicto.

El 10, sin embargo, fue, en lo esencial, un hombre de bajezas en verdad profundas, un personaje inaceptable desde muchos puntos de vista, como apunté alguna vez, y es ahí donde Mi Diego queda a deber. Maradona fue o creyó ser amigo de tiranos como Fidel o Chávez, defendió a fanáticos como Ahmadineyad, y cayó en el lugarazo común de tatuarse al Che, un matón.

También, era dado a la violencia doméstica y la pederastia: abusó sexualmente de dos adolescentes que la dictadura cubana le puso en bandeja. No es que Mi Diego pase por encima de toda esa nefastez, porque es un libro honesto y brillante, pero ésta no gravita como deberían en un ejercicio biográfico que, a fin de cuentas, nos deja una imagen más amable de lo que es conveniente de un personaje cuya vida no sobrevive a un balance frío.

Porque sí, Maradona, como documenta muy bien Duchini, fue un personaje con luces, capaces de momentos de gran generosidad. Pero eso, los contrastes, los momentos de luz entre sombras, la bondad con el colega o el amigo, son la norma incluso entre los personajes más siniestros de la historia, entre ellos los dictadores a los que tanto celebró el ídolo. Pero no nos confundamos: el libro de Duchini es en verdad notable. No creo que Maradona encuentre fácilmente un biógrafo así de bueno.

POR JULIO PATÁN

JULIOPATAN0909@GMAIL.COM 

@JULIOPATAN09

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