COLUM

Construcción del Estado de Paz

Necesita un proceso de justicia transicional que pasa necesariamente por reconocer el daño generado a las víctimas en los conflictos sociales

OPINIÓN

·
Ricardo Peralta/ Colaborador/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Tras décadas de malos gobiernos coludidos incluso con el crimen organizado, los generadores de violencia se enquistaron en el corazón de muchos de nuestros municipios y ciudades, e incluso, en una parte importante de la institucionalidad formal de estos lugares.

La ruptura del tejido social generada por la escalada de violencia que México sufrió en la última década y media es un proceso profundamente complejo de revertir, pues impide las relaciones de confianza entre los vecinos, cierra las puertas de los hogares y dificulta la ayuda mutua y comunitaria, obligándonos a vivir en el recelo, la incertidumbre y el miedo. Solamente los procesos de justicia tradicional, acompañados del rescate a la memoria, nos ayudan a reconstruirlo para que no vuelva a suceder.

En Argentina, tras la dictadura, los centros de tortura se convirtieron en museos por la democracia y la memoria las víctimas, y las Madres de la Plaza de Mayo que aún buscan a sus hijos y nietos, son uno de los más respetados símbolos en defensa de la paz y la justicia. Sus pañuelos bordados aún recorren América Latina de punta a punta.

En Colombia, a pesar de todas las dificultades, avanzaron profundamente las negociaciones políticas con la guerrilla, integrando incluso a la política formal parlamentaria a algunos de sus máximos exponentes, apoyando la amnistía de los campesinos que se vieron obligados a sembrar todo aquello que el narcotráfico necesitaba para la producción de drogas, y en Centroamérica, los procesos de paz, aún parcialmente inconclusos, avanzaron en gran medida gracias a la voluntad nacional e internacional de los Acuerdos de Esquipulas, que incluso permitieron en El Salvador la llegada al gobierno de una guerrilla que luchaba contra él.

No es tarea sencilla construir la paz de mano de la memoria, pues los sectores conservadores siempre negarán el obstáculo histórico que supusieron a la democracia. Un buen ejemplo de esto es Chile, en donde hace tan solo unos meses que decidieron deshacerse de la Constitución heredada de Pinochet, a más de dos décadas del final de su gobierno.

La reconstrucción del Estado de Paz necesita un proceso de justicia transicional que pasa necesariamente por reconocer el daño generado a las víctimas en los conflictos sociales. En México, estas víctimas evidentes del modelo bélico impulsado por el calderonismo criminal fueron los más humildes, los más marginados, los excluidos del sistema, que sufrieron en carne propia los desgarros sociales de la violencia.

Construir la paz para ellos pasa por no olvidarlos nunca más, por generar oportunidades para todas y todos, por remota y pobre que sea la colonia en la que viven, y la Cuarta Transformación le está apostando a esa integración a través de los programas sociales, con la presencia efectiva del Estado Mexicano en todos los rincones de la Patria.

No podemos detener la reconstrucción de la justicia y de la memoria, porque solo recordando y condenando las tragedias del pasado, podremos vacunarnos para no repetirlas. El blanco de nuestra bandera debe volver a evidenciar la paz dentro de nuestro territorio, esa misma que tanto hemos aportado para construir en todos los lugares del mundo.

 

POR RICARDO PERALTA
COLABORADOR
@RICAR_PERALTA