Para que un estado permanezca libre debe continuar haciéndose temer y respetar, si no, deja de ser un estado, dice Spinoza en su Tratado político. Este criterio, espina dorsal del materialismo político, es imprescindible para comprender la dimensión de la batalla principal de la 4T. Si no se comprende esto no se comprende nada en realidad. Ojo aquí con Spinoza, porque la conexión que plantea es de alto octanaje, pues para definir al estado conecta a la libertad con el temor y el respeto, es decir, que no se anda por las ramas ni con cuentos ni poemas: lo que hace libre entonces a un estado, diríamos hoy, no es el derecho internacional, el multilateralismo, la ONU o los derechos humanos, sino el temor y el respeto que inspira a los demás. Punto.
Estoy hablando de la batalla por el petróleo en particular, y por los energéticos en general. Creo que muchos son los que no se han dado cuenta de que la historia del siglo XX, sobre todo en cuanto a las guerras y las revoluciones, está escrita con petróleo. Hablar de energía (petróleo, gas, electricidad), por tanto, es hablar de geopolítica, y hablar de geopolítica es hablar de espacio, guerra y poder. Esto es lo que tampoco han comprendido legiones de “expertos” y analistas, burgueses históricos que lo único que saben hacer es llevar sus análisis al terreno de la economía empresarial (o al de la “lógica MBA”), y ver las cosas desde categorías como las de mercado, competencia, eficiencia, inversión, consumidor o nuevas energías, ignorantes del hecho de que, detrás de los mercados energéticos o de las inversiones, con o sin nuevas energías, se apilan expedientes de golpes de estado, derrocamientos, revoluciones, guerras civiles y nacionalizaciones durante todo el siglo XX, determinados en función del eterno enfrentamiento geopolítico, a muerte –esta es la cuestión–, entre los estados nacionales y las grandes multinacionales de la energía (como las famosas Siete Hermanas del petróleo y sus herederas de hoy).
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Hay tres corporaciones del gobierno que están en la línea de golpeo de esta batalla: la Secretaría de Energía, PEMEX y la CFE. En ellas se concentra el núcleo geopolítico-estratégico de la 4T. Hace unos días, la secretaria Nahle anunció nuevas medidas de restricción a la participación de las empresas privadas en el mercado de los combustibles, reduciendo de 20 a 5 los años de vigencia de los permisos para la importación y exportación de petrolíferos e hidrocarburos, que habrán de atenerse a los objetivos de los planes y programas energéticos de la 4T, dentro de los cuales destaca el de la seguridad energética de la nación y el de potenciar la participación nacional en el mercado.
De decisiones semejantes, ya digo, está llena la historia del siglo XX; o de otra forma: por cosas como ésta es que ha habido guerras y revoluciones como la nuestra, o el surgimiento de organizaciones como la OPEP, esa histórica jugada geopolítica de inspiración venezolano-saudita. Más de todo esto en mis próximos artículos.
POR: ISMAEL CARVALLO
ASESOR EN LA CÁMARA DE DIPUTADOS
@ISMAELCARVALL