WASHINGTON. Mientras el nuevo gobierno del presidente Joe Biden desarrolla una "revisión completa" de la política estadounidense hacia México, está claro un cambio de estilo, aunque también se esperan problemas de fondo, según reportes.
Temas como violencia, derechos humanos y corrupción serán de nuevo parte de la agenda bilateral, y de acuerdo con Michael Shifter, presidente del InterAmerican Dialogue, se espera que los demócratas, que controlan los Poderes Ejecutivo y Legislativo "vigilen vigorosamente las previsiones sobre labor y medio ambiente del pacto comercial México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC)".
"No habrá insultos ni denigración", comentó Johanna Mendelsohn, catedrática de la American University, pero tampoco se aceptará un trato "agresivo-pasivo".
Para Shannon O'Neill, del Consejo de Relaciones Exteriores de Nueva York, la mayor atención estadounidense "será incómoda y con frecuencia tensa".
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Según la especialista, el tema laboral y ambiental será el eje del nuevo diálogo bilateral. "A medida que EEUU renueve sus compromisos internacionales y limpie su propia matriz energética, se apoyará en vecinos y aliados para hacer lo mismo", escribió.
Pero esas intenciones pueden no ser bien recibidas por Andrés Manuel López Obrador, opinó el exembajador Anthony Garza, toda vez que "su improbable alianza" con el expresidente Donald Trump se debió a que el estadounidense se mantuvo fuera de asuntos mexicanos a cambio del respaldo de AMLO a sus planes de migración.
La crisis por el arresto y liberación del general Salvador Cienfuegos afecta la relación de seguridad, pero será superada.
"Puede quedar rencor, pero se asentará", opinó Peter Hakim, presidente emérito del grupo Interamerican Dialogue. El fondo es que mientras para EEUU el tema importante es el flujo de drogas, para México es el de armas.
"Tiene que haber una reconciliación", señaló Tony Payan, director del Centro para Estados Unidos y México de la Universidad de Rice.
El hecho es que hay problemas reales, pero distintos: para Estados Unidos, drogas; para México, armas. "Es un diálogo difícil porque no hay mucho que Estados Unidos pueda hacer para satisfacer las demandas del país vecino, y México realmente no puede detener el narcotráfico ahora mismo. Sus fuerzas de orden público son demasiado débiles o están comprometidas con otros proyectos".
Para Vanda Felbab Brown, de la Institución Brookings, los diferendos "tienen muchas implicaciones negativas, reales y duraderas para la seguridad pública de ambos países. Son parte del constante deterioro de la relación de seguridad bilateral y la mala gestión, y apatía de ese tema en México bajo la administración de López Obrador".
Pero esas preocupaciones sólo subrayan que los gobiernos de los dos países no pueden darse el lujo de ignorar el impacto doméstico de la relación bilateral.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1
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