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Convencer o persuadir

OPINIÓN

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Se presentó el Segundo Informe de Gobierno del presidente López Obrador sin novedad, con reiteración de consignas políticas que eludieron las cuentas claras, con información basada en “otros datos” sin ser soportados en cifras reales; con signos de alejamiento intencional de la realidad nacional para seguir construyendo el discurso político que busca la persuasión, no el convencimiento.

Auto investido del título de “segundo jefe de Estado mejor calificado en el mundo” al Presidente no le interesa convencer a nadie. Le basta persuadir; esa ha sido su estrategia y con objetivos precisos en lo electoral. Es más fácil manipular emociones que construir una opinión racional, con base en argumentos fiables, lógicos e irrebatibles. Es electoralmente más productivo alentar emociones de odio, enojo, desprecio y confrontación, que tratar de edificar un proyecto de nación incluyente y democrático.

Los ejes de su discurso son claros y reiterados: el combate a la corrupción como pretexto para la inquisición política contra sus adversarios; el aliento a la división de la sociedad entre pueblo bueno con el “mejor gobierno” contra conservadores detentadores de privilegios culpables de todos los males sociales que afectan a la nación; y el manejo clientelar de programas sociales con la entrega directa de recursos públicos a sectores vulnerables, buscando el agradecimiento que se traduzca en empatía hacia su persona y en votos para su partido.

Con gran habilidad para manipular el encono social por la corrupción de políticos que se han servido de los recursos públicos en lugar de servir a la sociedad; con probada pericia para conducir el coraje popular por el dispendio y el lujo de gobiernos anteriores frente a la miseria y marginación de millones de mexicanos; con indiscutible destreza para el manejo maniqueo del discurso de “primero los pobres”, el presidente López Obrador no siente la necesidad de convencer a nadie ni de probar nada de lo que afirma.

Le basta con tocar fibras sensibles de amplios sectores sociales que frente a horizontes ominosos buscan un soporte de esperanza. Ahí se encuentra la razón de su sostenida popularidad, a pesar de pocos resultados de su gobierno y los peligros que enfrenta la nación por sus desaciertos en la conducción de la República.

Por esa razón, su discurso no aborda con objetividad la gravedad de la crisis sanitaria ni presenta soluciones claras frente a amenazas para la seguridad laboral y alimentaria de las familias mexicanas por la peor crisis económica desde 1938 que ya se asoma, de acuerdo con la afirmación del Secretario de Hacienda.

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Para el presidente López Obrador no hace falta convencer a sus opositores; le basta persuadir a sus seguidores con el linchamiento político y moral de actores del pasado. Pero la persuasión tiene un límite, y éste se encuentra en las consecuencias que se sufren cuando el peso de la realidad derrumba las expectativas esperanzadoras y se da paso a la decepción, a la frustración y al desengaño.

El Segundo Informe fue un discurso electoral que no convence; y hoy, el reto electoral exige convencer para vencer.

POR JOSÉ ENCARNACIÓN ALFARO CAZARES
COLABORADOR]
@JOSEEALFARO
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