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China, el gigante despierta

Esta nueva Guerra Fría entre Washington y Beijing parece ir contra natura por la interdependencia

OPINIÓN

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El militar francés Napoleón Bonaparte afirmó alguna vez que "China es un gigante dormido. Déjenla dormir, porque cuando despierte, sacudirá al mundo".

Si la cita es cierta o no, la realidad es que en el último medio siglo China pasó de ser un Estado agrario y empobrecido a un gigante industrial y financiero, la segunda potencia militar del mundo y en una feroz competencia geopolítica con el país hegemón, Estados Unidos.

Esta nueva Guerra Fría, como la llaman algunos, parece ir contra natura por la enorme interdependencia industrial y financiera que ambas potencias han desarrollado en las últimas décadas. China fabrica una gran parte de los artículos electrónicos y objetos de uso diario en los Estados Unidos. Pero necesita a su vez de ese mercado.

Con todo, en los últimos años el crecimiento chino y la suspicacia estadounidense han llevado a roces crecientes, significados lo mismo en los reclamos y prohibiciones contra empresas electrónicas como Huawei y TikTok–con preocupaciones que van de seguridad cibernética a derechos de autor– que en una dura retórica en la campaña electoral estadounidense. Del lado chino, el gobierno parece listo a emplear represalias económicas contra empresas estadounidenses.

Es una competencia que plantea serios desafíos para EU, ahora sacudido por sus problemas internos, derivados de profundos cambios económicos y sociales.

China, sin embargo, tampoco está asegurada. Por tamaño y potencialidad puede llegar a ser el próximo hegemon, y trabaja para ello. Es un estado autoritario apoyado en la disciplina y el empuje de una población con cada vez mejores niveles de vida y una estrategia de proyección económica y militar.

Para China, como potencia ascendente, es importante asegurar su entorno geopolítico, en especial los mares vecinos a sus costas. De ahí sus políticamente dañinos intentos de controlar aguas que, cuando menos, están sometidas a los reclamos jurisdiccionales de otras naciones –como Indonesia, Filipinas, Vietnam y Brunéi– y la hacen aparecer como un gigante abusivo. El hecho es que compiten con Estados Unidos y sus aliados por el control de esas rutas navales.

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Pero lo cierto es también que la agresividad de sus tácticas, que pueden tener un impacto favorable en lo doméstico, han creado problemas al gobierno de Xi Jinping y su imagen externa.

De la represiva situación en Hong Kong y sus problemas sociales en Xinjiang a su reclamo territorial sobre la isla de Taiwán –que con apoyo estadounidense se mantiene como un país por sí mismo–, de sus posturas de fuerza en las negociaciones comerciales con Australia y los choques fronterizos con India, amenizados por videos tan belicistas como las películas de Hollywood en sus viejos tiempos, China aparece justa o injustamente como un elemento disruptor, sobre todo para sus vecinos.

Pero recordemos que ninguna potencia es exactamente un caballero de brillante armadura.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1
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