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OPINIÓN

La vacuna me da pavor

La realidad de todo el proceso estará en manos de alguien que no parece estar a la altura del reto

OPINIÓN

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Créditos: FOTO: Especial

¿Pánico escénico? No, no soy “anti-vacunas” y tampoco le temo —exageradamente— a los piquetes. Pero solamente pensar que la pésima conducción y nula estrategia para enfrentar la pandemia en nuestro país vislumbra el mismo manejo para la vacunación contra el COVID-19 cuando ya se cuente con la vacuna; me da escalofríos.

Con casi 75 mil muertos y más de 697 mil infectados, la conducción de la estrategia contra la pandemia —fuera de algunas premiaciones de guasa de las que México ha sido acreedor— ha sido un desastre, llena de confusión, contradicciones, desinformación y errores. No lo digo yo, lo determinan los organismos internacionales más acreditados en la materia.

La desidia y la soberbia del subsecretario Hugo López-Gatell son los únicos componentes que no han faltado en su propuesta para enfrentar al virus. Y, ante eso, no quiero ni pensar lo que será la aplicación de la vacuna cuando finalmente esté disponible y sea adquirida.

Una vez que la investigación llegue a buen término, hay muchas preguntas a responder, las cuales deberán ser contempladas para contar con un plan de ejecución de vacunación. Aquí algunas: ¿Cómo será la producción? ¿O se piensa importarlas todas? En caso de importación, ¿serán envasadas en México o ya vendrán individualizadas? Si el envasado se hace en nuestro país, deberán pensar en todos los insumos para su empaquetamiento.

Además, las vacunas requieren jeringas para aplicar la inoculación; ¿se tiene programado o vislumbrado la demanda requerida de las mismas?, ¿cómo será la administración de la vacuna?, ¿bajo qué aspectos se recomendará su uso y quién decidirá los mismos?

¿Cuáles serán los parámetros para su venta o la piensan dar toda de forma gratuita? E, independientemente de lo anterior, ¿cuántas serán para el sector público y cuántas para el privado? Eso sin olvidar la logística para su suministro a todos los puntos del país. Esto debe tomar en cuenta que, usualmente, las vacunas requieren refrigeración y ciertas condiciones en su traslado y almacenamiento.

A todo lo anterior, se debe de sumar el dar seguimiento a las zonas con mayor índice de infección y también los espacios geográficos donde la población ya esté cubierta/vacunada de acuerdo a distintas proporciones.

Puede llegar a esbozarse un escenario en verdad apocalíptico dado que no se trata de una vacuna que únicamente será administrada a niños bajo un esquema de vacunación de acuerdo a la edad de menores, la cual se tiene pensada de antemano (un determinado número y de forma escalonada). En este caso, en principio, sería para la mayor parte de la población, al mismo tiempo y con un inexistente margen de error en todos los procesos para que llegue de forma correcta (consiguiendo la inmunidad) a todos los usuarios.

¿Todo ello, teniendo al mando a la persona que, a la fecha, desdeña el uso de cubrebocas y la opinión de otros expertos que no necesariamente coinciden con la suya? De horror.

Rememoremos un rato. Evoquemos el proceso de la vacunación de nuestros hijos. Aun esas vacunas, que ya están absolutamente probadas y dentro del esquema nacional, muchas/la mayoría se las aplicaba el pediatra asignado. En caso de que fuese en un hospital privado, resultaba en una no módica cantidad de dinero en cada ocasión. Si era/es en hospital público, pasa desde el desabasto hasta la espera interminable por las mismas. Todo lo anterior con vacunas que son continuas y de todos conocidas, y sólo en un sector muy específico que son los niños. ¿Qué pasará ahora que toda la sociedad sea la población objetivo en un periodo relativamente corto y urgente de tiempo?

Me temo que hemos caído en pensar y decir “cuando esté la vacuna, todo se solucionará”. Pero lo cierto es que eso mismo no será un acto inmediato ni mágico. Si cualquier etapa del esquema resulta desastrosa o insuficiente, podemos vislumbrar un problema. ¿Qué madre/padre será capaz de guardar calma cuando sepa, de antemano, que su familia queda fuera del esquema? O, por el contrario, ¿qué hará Salubridad con el sector de la población que rechace aplicarse la vacuna? Sí, existe también esa población reacia en todos lados del mundo.

En fin, la realidad de todo el proceso de la vacunación es complejo y estará en manos de alguien que no parece estar a la altura del reto. ¿No sería momento de designar a cargo —ahora sí— a un experto en campañas de vacunación que privilegie la salud por encima de la política y los protagonismos? Creo que eso ayudaría a que la vacunación no dé tanto pánico y sí más certeza de protección a los millones de mexicanos que la podamos requerir.

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POR VERÓNICA MALO GUZMÁN

VERONICAMALOGUZMAN@GMAIL.COM 

@MALOGUZMANVERO

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