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Estado social de Derecho. Una experiencia británica

OPINIÓN

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En ocasiones, no se tiene conciencia de que las grandes luchas por la igualdad, la equidad y el combate a la pobreza no pertenecen al escenario contemporáneo, sino que, en la evolución del mundo occidental, tuvo grandes momentos y personajes que nos sirven para ilustrar políticas públicas sólidas, así como grandes debates y el abordaje de ideas y medidas que ofrecieron resultados muy concretos.

Desde hace más de un siglo, la concepción del Estado, no solamente como un agente de seguridad y estabilidad, sino como promotor del bienestar, tuvo momentos cumbre con figuras como la de David Lloyd George (1863-1945).

En Hombres de Gobierno, Gerardo Laveaga, desde 2008, nos enfatiza que este gran parlamentario y hombre de Estado de cuna humilde y gran luchador social logró que el Estado de Bienestar sentara sus reales en la Gran Bretaña. Grandes logros lo engalanan en materia del seguro de vejez, el relativo al desempleo, así como en materia de salud.

Un aspecto que alude a su valentía y congruencia es que estableció impuestos a las clases sociales más poderosas, so pena de perder el apoyo de algunas fuerzas políticas de una coalición que lo llevó al poder.

Un severo problema y ausencia de tino y sensibilidad política fue que no supo brindarle el apoyo de manera contundente a la educación, “pecado” que lo llevó a su dimisión como Primer Ministro y a la culminación de su elevada trayectoria que tanto fortaleció al Wallfar Estate, antecedente indiscutible del Estado Social de Derecho al que aspiramos muy diversos abogados formados en gran medida por maestros de Derecho de la segunda mitad del siglo XX y el siglo XXI.

Aprendamos de su experiencia y vivencia en el diseño y aplicación de políticas públicas.

A pesar de ser un político radical, sabía negociar y acordar, aún con detractores y opositores. Fincar alianzas, lo demostró, no significa renunciar a los principios si se actúa con sensibilidad y sentido de convicción.

De carácter fuerte y temple, no permitió que el arrojo lo llevara a lo irracional.

Su sensibilidad social y sentido del poder jamás lo llevaron a la desesperación de ignorar el orden jurídico y la estructura del Estado.

Se dice que, en ocasiones, parecía orador desde un púlpito o, incluso, hasta probablemente un pastor, y a pesar de ello sabía del valor de las instituciones legales y que éstas eran indispensables en la justicia.

Sin duda tuvo grandes contrincantes, basta citar a Winston Churchill, en un extremo, y a Chamberlain en otro, pero jamás los consideró enemigos, por más que buscara “apabullar”.

Y en la coincidencia, John Maynard Kuhner veía en él un sentido práctico y disciplina profesional elevada. Hombre de izquierda con gran sentido de ubicuidad. El análisis de su acción hoy es probable que nos sirva. [nota_relacionada id=1227620]

POR ENRIQUE QUIROZ ACOSTA
ABOGADO Y COLABORADOR
PAIS@ELHERALDODEMEXICO.COM
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