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PEMEX, el final de una era

PEMEX debe dejar de percibirse como una industria petrolera y tiene que constituirse como una empresa energética

OPINIÓN

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Parecen ya una ensoñación esos días en los que el entonces presidente electo Andrés Manuel López Obrador prometía un crecimiento económico del 4% durante su mandato, en donde se establecería una redistribución de la riqueza y las personas con menos recursos, esos que en su mayoría lo apoyaron durante años de movimiento político, serían las más privilegiadas.

Hoy, el panorama es muy distinto no sólo para quienes creen en el proyecto de nación que ostenta el presidente de México, sino para todos los mexicanos. La llegada de la pandemia de COVID-19 evidenció una serie de carencias sistemáticas y deficiencias institucionales que, si bien no fueron ocasionadas por esta administración, ésta no ha sido capaz de cimentar los ejes focales y estructurales del cambio ideológico con los que pretende que “el pueblo” y sus gobernantes afrontemos “la cuarta transformación de la vida pública del país”.

En cuanto a las estructuras prioritarias de la cuarta transformación, sin duda destaca PEMEX, como ese actor primario del que depende el desarrollo del país, sin embargo, la situación económica y ambiental moderna globales exigen estándares y modelos para los cuales la paraestatal no está preparada.

Desde hace años esta empresa se ha convertido en un lastre para las finanzas nacionales, para las cuales no existe una política de austeridad ni tampoco un presupuesto que alcance. En lo que va del año, el Estado ha invertido 600 mil millones de pesos en un proyecto que, en caso de que no se adapte, colapsará en un futuro cercano.

Las autoridades deben ajustar sus expectativas actuales respecto a la obtención de energéticos en México. Errores como el del proyecto de Chicontepec, el desaprovechamiento de petróleo de aguas profundas, el deterioro de operaciones de mantenimiento de sus complejos, no han sido corregidos y se sigue apostando por la refinación y actividades petroquímicas que resultan caras y altamente contaminantes, arrastrando con ello otras industrias como la CFE que depende del combustóleo que genera Pemex como uno de sus subproductos.

PEMEX debe dejar de percibirse como una industria petrolera y tiene que constituirse como una empresa energética, como lo están haciendo otros competidores internacionales que tienen en la mira el aprovechamiento de energías limpias y renovables que resultan más competitivas que cualquier otro mecanismo de generación eléctrica, aprovechando que dichas tecnologías han reducido sus costos en los últimos años a nivel internacional y de paso, son más responsables con el medio ambiente.

La sustentabilidad se ha convertido en un activo cada vez mayor tanto para las empresas energéticas como para las naciones que buscan establecer acuerdos mundiales en contra del calentamiento global y sus consecuencias cada vez más dramáticas. Sin embargo, hemos visto como la cuarta transformación sigue empecinada en el uso de combustibles fósiles, sustentadas en ideas antiguas y viejos convencionalismos que hoy resultan un castigo en todos los aspectos.

Es momento ya de dejar de ser rehenes de los malos manejos y teorías nacionalistas llevadas fuera de tiempo y contexto. No se trata de “privatizar PEMEX” sino de diversificar sus actividades, recursos e ingresos, apegándonos en el camino al deber humano de velar por el medio ambiente. No existe economía ni planeta que resista de otra forma. [nota_relacionada id=1245851]

POR AZUL ETCHEVERRY

AETCHEVERRYARANDA@GMAIL.COM

@AZULETCHEVERRY

avv / eadp