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¿Qué hacemos con los expresidentes?

Dos casos ilustrativos: José López Portillo, que sucedió a Luis Echeverría de 1976 a 1982, se hartó de que su amigo pretendiera extender su poder en forma transexenal

OPINIÓN

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Hasta antes del gobierno de la cuarta transformación, México era el único país en el mundo que no sabía qué diablos hacer con sus expresidentes, sobre todo con aquellos que no acataban la ley no escrita de que permanecieran silenciosos y al margen del sistema político que alguna vez dominaron, y menos con los que se sospechaba que habían utilizado el poder para favorecer a sus cuates y hacer jugosos negocios.

Dos casos ilustrativos: José López Portillo, que sucedió a Luis Echeverría de 1976 a 1982, se hartó de que su amigo pretendiera extender su poder en forma transexenal y lo desterró al designarlo embajador en las Islas Fidji. Con ello, quedó aplacado el hiperactivismo político y la verborrea imparable del polémico. Por su parte, Ernesto Zedillo toleró solamente unas cuantas semanas la locuacidad y el activismo desbocado de su antecesor, y encarceló al “hermano incómodo”, Raúl Salinas de Gortari, el martes 28 de febrero de 1995, bajo los cargos de asesinato y enriquecimiento ilícito. Después de esa contundente muestra del poder zedillista, Carlos Salinas de Gortari salió con la cola entre las patas al autoexilio. Pero ni López Portillo ni Zedillo tuvieron el valor de intentar al menos enjuiciar a sus antecesores.

Los historiadores recuerdan que el único que amenazó, nada más amenazó con aplicarle la ley a su antecesor, fue Adolfo Ruiz Cortines quien tuvo que lidiar con el poderío económico y político acumulado por Miguel Alemán Valdés y los alemanistas: exfuncionarios del gobierno saliente, banqueros, empresarios, contratistas y concesionarios, todos enriquecidos con monumentales obras públicas y múltiples negocios al amparo del sexenio encabezado por el abogado veracruzano. (Algún parecido con Salinas y Peña Nieto no es mera coincidencia, comentan los malosos).

Para impedir la embestida alemanista que veía venir, Ruiz Cortines advirtió a los funcionarios gubernamentales en su discurso de toma de posesión el 1 de diciembre de 1952: “Obraremos con máxima energía contra los servidores públicos venales o prevaricadores y promoveremos la Ley de Responsabilidades de Funcionarios Públicos y Empleados, para la imposición de castigos ejemplares. Seré inflexible con quienes se aparten de la honradez.” La amenaza sirvió de poco para eliminar la corrupción infiltrada en la administración pública federal, y aunque se esfumó la influencia política de Miguel Alemán, tuvieron que transcurrir muchos años para que desaparecieran del gobierno los multimillonarios negocios de él y su grupo. Hasta que llegó Carlos Salinas quien copió el esquema de política y jugosos negocios de Alemán Valdés.

Andrés Manuel López Obrador no quiso aplicar el destierro ni el encierro, y optó porque sea el pueblo sabio quien decida qué hacer con los expresidentes neoliberales.

AGENDA PREVIA  

Los momios de las principales casas de apuestas, perdón, de encuestas, señalan que el senador de Morena, Cristóbal Arias va en caballo de hacienda rumbo a la candidatura al gobierno de Michoacán. Aunque faltan meses para la elección, Arias supera en la preferencia electoral por un amplio margen a los demás competidores de otros partidos, e incluso del suyo.

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POR LUIS SOTO

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