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'Aceptemos y sigamos”

OPINIÓN

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Conviene comenzar aclarando que aquello llamado instituciones públicas, aquello con lo que día con día tenemos alguna relación, bien sea a través de servicios o atenciones, no son más que articulaciones voluntarias de la sociedad que están a su servicio y que en algunos casos no satisfacen las encomiendas adquiridas.

Si redujéramos al Estado moderno a su labor esencial, una de las tareas más importantes tiene que ver con la administración interna, es decir, con la seguridad, la hacienda nacional o local, los servicios básicos, etc., aquella que tiene como objetivo hacer que los individuos cooperen entre sí para conseguir que la sociedad desarrolle sus propios elementos y con el ello el Estado realice su propia vida.

Pero debemos ser enfáticos que administrar no puede reducirse únicamente prestar servicios y producir bienes, sino a hacerlo de manera eficiente, donde  las reglas se respetan en ambientes de competencias y se garantice que en caso de disfunciones se puedan corregir y castigar, pues la ineficiencia no debería quedar sólo con la desaprobación mediática sino en un escalafón que permita a la sociedad un efectivo brazo de rendición de cuentas.

En México debemos estar ante una manera diferente de entender a los servicios que provee el gobierno federal, reconocemos que existe un descrédito hacía muchas oficinas del Estado, donde se relaciona al cuerpo burocrático con cuestiones negativas, lentitud en los servicios, corrupción administrativa, ineficiencia, dispendio de recursos, altos costos y en muchas ocasiones pocos resultados.

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Una administración pública moderna debe ser necesariamente eficiente, que obtiene los resultados esperados, no sólo con una visión económica, sino entendida a la eficiencia como una elección, como una prioridad, como un rubro que en la justificada percepción de las mayorías se asume como una cuenta pendiente a favor de los mexicanos.

Este es objetivo que los servidores públicos deben aterrizar, hay que asumirlo con seriedad, y queremos que se vea reflejado en respuestas a la gente, que las sociedad sea el mejor juez de estos cambios positivos.

No podemos hablar de eficiencia en el sector público si esta no es cercana a la gente y habla su mismo idioma.

Debemos asumir que la administración pública actual ya no es la misma, comenzamos por repensar su papel en el contexto de un México que vive cambios importantes impulsados desde el Gobierno Federal de la 4T; ese es el papel que se debe asumir, dándole a la gente resultados en un mundo cada vez más complejo.

No puede haber dudas en que quien participe en la esfera gubernativa debe estar sujeto plenamente a la ley y al Derecho, pero es imperativo que quien sirva a la gente, que se entienda como una virtud de servicios y no como una oportunidad de enriquecimiento por medio de un cargo, debe pugnar por cumplir lo que para Max Weber es la adecuada definición de funcionario: “aquel que sin ira cumple con pasión su labor en la administración pública”, y yo le agregaría la pasión por entregar resultados eficientes a la sociedad.

POR LUIS DAVID FERNÁNDEZ ARAYA
ECONOMISTA
@DrLuisDavidFer
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